II

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El pecho me ardía.

Un dolor que no podía comparar con nada que hubiese sentido antes había explotado en mi caja torácica y me quemaba hasta el alma haciéndome sucumbir ante la tos que parecía dispuesta a dejarme sin oxígeno para que mis órganos dejasen de funcionar.

Parecía que me estaba muriendo.

Y la sangre que veía entre mis dedos me lo estaba confirmado.

Pero en medio de la nube de dolor un pensamiento se me cruzó por la cabeza.

"No te puedes morir"

Por más que deseara morir, tenía que mantenerme vivo, Sasuke tenía que matarme y aunque no tuviese ganas ni fuerzas para seguir aquí, tenía que hacerlo.

La tos por fin me dejó en paz, el dolor en los pulmones empezó a remitir poco a poco y fui capaz de acumular fuerza en las vértebras de mi cuello para alzar la cabeza. Me encontré con los ojos preocupados de mi compañero, estaba arrodillado junto a mí y su mano posada tímidamente sobre mi hombro, como si quisiera sostenerme, pero no se atreviera.

—¿Mejor? — me preguntó con voz suave. Asentí con la cabeza lentamente, el dolor siendo reemplazado por un agotamiento impresionante, seguramente producido por la cantidad de sangre que había tosido. — ¿Puedes levantarte?

Agaché la cabeza nuevamente y alcé una mano pidiéndole que me diera un poco más de tiempo, no me sentía estable como para levantarme de aquí.

Mi cuerpo parecía querer desmayarse, ceder a lo que sea que me estuviese pasando y recuperar energías, pero mi mente estaba alerta, no me sentía seguro y sabía que tenía que mantenerme consciente para defenderme en caso de cualquier emergencia porque no podía morir.

No podía arriesgarme a morir, sería desperdiciar todo mi esfuerzo y arruinar mis planes y no podía permitir que eso ocurriera, por ningún motivo. Había dado demasiado como para perder por algo como esto.

Así que me forcé a incorporarme, levantando una pierna para apoyar la planta de mi pie en el suelo y así poder alzarme, la mano de Kisame salió de mi hombro y sutilmente me cogió de un brazo para ayudarme, lo agradecí en silencio.

En cuanto vio que podía mantenerme con estabilidad sobre mis pies me soltó el brazo y cogió la maleta que antes llevaba yo. Cerré los ojos por un segundo escuchando el ruido de las hojas de los árboles siendo sacudidas por la brisa ligera que también movía mi cabello, respiré hondo sintiendo una ligera punzada en el centro del pecho, fruncí el ceño ante el dolor y volví a abrir mis párpados, Kisame me observaba ansioso, con miedo a que lo de antes se repitiera.

—¿Estás bien? ¿Puedes continuar? —preguntó de nuevo, a veces me sorprendía lo perseverante que podía llegar a ser, no descansaba hasta sacarme una respuesta, aunque fuese un monosílabo y tenía que admitir que me hacía sentir bien que alguien se preocupara, aunque sea un poco de mi miserable existencia.

Me dolió recordar por milésima vez en el último tiempo que Shisui ya no estaba y él era el único que se preocupaba por mí.

—Si...— susurré. — No queda demasiado, estaré bien.

Lo observé no muy convencido, el color parecía haberse drenado de su rostro y su semblante ligero me mostraba que en cualquier momento podía colapsar y yo no tenía ni la más mínima idea de medicina, no podía hacer ni un mísero ninjutsu para curar un rasguño, mucho menos podría reparar lo que sea que le haya ocurrido dentro del pecho. No me quedaba otra opción más que hacerle caso.

—Vamos entonces. —le dije antes de echar a caminar, Itachi asintió casi imperceptiblemente y me siguió, sus pasos eran menos seguros que antes, sus rodillas parecían temblar por lo que desaceleré para quedar justo detrás de él.

Amaterasu | KisaItaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora