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Bienvenida al infierno de Hogwarts


Altais acompañó a su padre a dejar a Draco a la estación, volvía a tener su cabello rubio y sus ojos plateados, tan plateado como ese juego de plata en casa, eran brillantes y no opacos como los de su padre o tan profundos como los de su hermano. Recibía muchas mirada y susurros iban a su dirección, pero ella mantenía la cabeza en alto y a todos les daba una mirada risueña de dime algo y te tiro el basilisco, los retaba con la mirada, aunque por dentro quería hacerse bolita y llorar. Odiaba que ahora todos las juzgarán, aún más, se despidió de Draco, saludo a lo lejos a Theo y a Blaise.

Astoria y Daphne fueron a abrazarlas, aunque por la presencia del señor Malfoy fue bien corto el gesto y Parrot la veía desde la ventana de su vagón y con una triste sonrisa movía su mano. Más bien parecía una mueca, pero después de un año con el chico y conocerlo tan profundamente como él la había dejado conocerlo podía distinguir toda emoción silenciosa de su cara.

—Es hora de irnos Altais  – le dijo su padre y cuando ella le tomo el brazo para poder aparecerse vio como más gente estaba al pendiente que ella no abordaría el tren– Solo espera al ver sus caras cuando estés con ellos en ese castillo.

  Lucius estaba molestó, que su mujer aceptará un trato con Dumbledore, en vez de aceptar expulsión y llevarla a Durmstrang o incluso podía ser Beauxbatons. Pero cuando supo que la hija de Weasley seguiría en Hogwarts y que no sería culpada se enojó mucho y que solo su hija era castigada aún más, pero era la única culpable y su negro cerebro trabajo muy rápido para pensar todas las ventajas que podía sacar de eso. Aunque fuera a cuesta de su hija.

Mientras Narcisa buscaba lo mejor para sus dos hijos, o eso trataba de aparentar, porque Lucius, sabía muy bien que nunca hubiera dejado que su Draco fuera castigado de forma tan humillante. Al menos, él consideraba que aunque solo veía como podía aprovechar de ellos y sus vidas para sus fines, lo hacía a la par sin diferencia. Por cosas así era que Narcisa nunca volvió a compartir una habitación con su marido, era por eso que en público siempre andaba con esa cara de olfatear algo que se podría, porque lo que se podría era su vida junto a ese hombre, pero Lucius no dejaría que se llevará a los niños o al menos a los dos juntos, en teoría ella no tenía jurisdicción ante Altais, pero con esa chiquilla, con su pajarito se habían vuelto tan unidas como Draco con su madre, Altais siempre sería su hija aunque no fuera de sus entrañas y para Altais no había mujer más admirable que Narcisa. Aunque Lucius siempre se preguntaba hasta que grado Narcisa protegería a su hija.

Altais pasó la mañana tejiendo con su madre, bordaron un poco y cuando Narcisa notó la desesperación de su hija de estar tanto tiempo quieta la ayudó a practicar danza. Pasado la hora del almuerzo llegaba la hora de que Altais apareciera en la chimenea de su director y Narcisa estaba muy preocupada de su estancia en ese año, pero sabía que Altais tendría a Draco para todo y que Draco le había dado a sus amigos y por sus cartas de verano sabía que ese chico Hufflepuff andaría igual como hermano mayor sobre ella.

— Recuerda, no comas tantos dulces, sigue la dieta y hace ejercicio, ya sea bailar o practicar Quidditch –Le decía Narcisa mientras ordenaba el cabello trenzado de su hija y le quitaba una mancha de fresas de la cara– si llegas a casa para navidad con cinco kilos menos te compraré la ropa adecuada para clases de danza y si...

— Y si logro bajar al menos veinte a veintidós kilos me inscribirás a las clases de danza del teatro del señor Parrot, que son llevadas a cabo por el mejor bailarín de Gran Bretaña –sonrió la chica – lo recuerdo perfectamente mamá.

— Yo intercambiaré unas palabras con Dumbledore y Snape y me marcharé, después ellos te darán todas las instrucciones que necesitas para este curso –habló Narcisa para después abrazarla fuertemente– te extrañaré pajarito, por favor ten cuidado cuando vueles, y no comas nada con plátano.   

Altais M.~Ron Weasley~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora