1 Yang Se-Jong

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Yang Se-Jong era uno de esos hombre ricos, achacosos, que después de haber pasado su juventud en placeres de todas clases, llegan a viejos, cansados del mundo y hastiados de la vida. Entonces busca su cansado cerebro nuevas impresiones, y en el oscuro horizonte de su porvenir distinguen un punto luminoso: el matrimonio. Semejantes á las mariposas que al ver la luz, corren hacia ella, así los hombres de que vengo hablando se lanzan al matrimonio, y una vez casados, abandonan el teatro de sus aventuras, y prefieren la vida monótona del campo, muchas veces á despecho de sus esposas; con una sola diferencia, que las mariposas hallan la muerte victimas de su antojo, y los hombres encuentran en su nueva vida goces que ni aún se habían imaginado. 

El señor Yang, perteneciente á esta escuela, como ya lo he dicho, se casó todavía joven, á los cuarenta años de su vida, y cuando ya algunos hilos de plata empezaban á mezclarse en su negro cabello.

Yang Zi se llamaba la virtuosa compañera de Se-Jong. Veintiséis años contaba cuando se casó. Perteneció a una de las principales familias de Corea. Ella creyó ver en el señor Yang al hombre que haría su felicidad; y, sin pensarlo mucho, entregó su mano al elegido de su corazón.

Todo el risueño porvenir que se había figurado empezó a oscurecerse, cuando al mes de casada notó, con angustia, los preparativos que su esposo hacía para trasladarse definitivamente á su quinta "La llusión."

 Zi, de carácter tímido, nunca osó decirle nada á Se-Jong, y lo siguió resignada ya á vivir en el campo.

 Pero ella, flor nacida para brillar en los salones, al sentirse bruscamente trasplantada á otro lugar, lejos de la sociedad en que se había criado, se sintió desfallecer, y poco á poco, una enfermedad, más bien del alma que de el cuerpo, fué minando su existencia, y burlando la ciencia de los médicos murió a los dos años de casada, dejando al pequeño Jeongin de un año de edad.

Yo no podre decirles si Se-Jong sintió á su esposa; pero él no se volvió a casar, y todavía en sus últimos años, al recordarla, se le llenaban de lagrimas los ojos.

No quiso el señor Yang volverse a vivir a Corea, y se limitó á mandar a Jeongin á un colegio, de interna, cuando ya éste contaba ocho años; y él quedándose en "La llusion." donde años atrás, aún hubieran podido verlo mis lectores.

En la época en que me propongo presentar á Se-Jong, vivía éste tranquilamente en su quinta, sin más distracciones que el oir, después del almuerzo, algunas piezas de música ejecutadas por su hijo, y después gustar de los trozos más escogidos de sus libros favoritos, los que tenia la amabilidad de leerle el amigo de Jeongin.

~~~~JEONGIN Y SEUNGMIN~~~~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora