Capítulo 8: La caballería

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El helicóptero estaba destruido. La ciudad estaba desierta, bueno más bien poblada de alguna clase de arañas alienígenas y otros seres que parecían ser humanos, pero que actuaban de forma violenta, sin mencionar sobre la forma en que cambiaban sus rostros.

—Debemos salir de acá lo antes posible —le dijo Tiana—, la misión se fue al carajo. No tenemos un vehículo de escape.

—Tienes razón, no creo que nadie venga a buscarnos —le respondió Courtney, mientras avanzaban hacia la plaza de la ciudad—. Podemos coger uno de esos autos que están ahí y largarnos de este infierno.

Ambas chicas caminaron por las silenciosa y oscura calle hasta llegar al cementerio de autos que ahora estaba en lo que antes había sido una hermosa plaza llena de flores y juegos para niños. Uno que otro cadáver yacía en el suelo tras los arbustos, pero no había señales de ninguna amenaza.

—Vigila mientras hago arrancar el auto —le ordenó Tiana, mientras ingresaba a una camioneta negra que estaba en perfecto estado, salvo por un vidrio roto.

—Es una suerte que hayamos vaciado esa tienda de armas —bromeó Courtney—, ya que gastamos toda nuestra munición al enfrentarnos a ese perro.

—Es cierto —dijo Tiana—, es una pena que no tuviéramos más espacio para traer más armas, había realmente unos hermosos...

—Silencio —le dijo Courtney apuntando hacia la enorme estatua del que había sido fundador de la ciudad, ¿Quién imaginaria que esa hermosa y tranquila ciudad se convertiría en el escenario de una película de terror?

—¿Qué sucede? ¿Escuchaste algo?

—De hecho, hay algo tras la estatua...es una persona.

—¿Hay alguien ahí? —preguntó Tiana desde adentro de la camioneta.

—Tu hazla partir —le ordenó Courtney—, que yo me encargo ¡Quién sea que este ahí, sal si no quieres sacarte una bala del trasero!

—Probablemente no es nada —le dijo Tiana quien continuaba tratando de hacer funcionar la camioneta—. Estás nerviosa, eso es todo.

¡Pum! Resonó el balazo contra el rostro de una mujer que corría hacia ellas con los brazos hacia adelante y con un largo tentáculo que salía de su boca amenazadoramente.

—¿Qué me decías? ¿Qué no era nada? —se burló Courtney.

De pronto, otro de los infectados salió desde atrás de un matorral corriendo hacia donde se encontraban las chicas, luego otro desde atrás de un automóvil, otros más desde la vuelta de la esquina, y así cientos de ellos corrían hacia ellas, gimiendo. Tiana salió inmediatamente del auto y comenzó a disparar hacia las criaturas, ya que eran demasiadas para su compañera.

—Estamos en aprietos, Blondie —le dijo Tiana sin parar de disparar—. Estamos completamente rodeadas.

—A mí me parece excitante, Baby Doll —bromeó su amiga subiéndose sobre la camioneta mientras continuaba disparando. Inmediatamente Tiana la imitó y ambas siguieron disparando, pero eran demasiados, y cada vez estaban más cerca.

De pronto algo más grande se escuchó acercándose hacia ellas, un ruido extrañamente familiar ¡era un motor! Un inmenso jeep blanco se acercaba arrollando a las criaturas que se cruzaban en su camino hasta posarse al lado de las chicas. Cuando este se detuvo pudieron notar que el piloto era ese chico moreno que había invitado a Tiana a salir cuando estaban en la academia, y desde la puerta de copiloto se bajó su amigo rubio quien se unió a ellas para dispararles a las criaturas.

—Entren al auto, damas —les dijo Scott con una sonrisa sin apagar el motor del jeep. Ambas sin pensarlo dos veces se metieron en el asiento de atrás y Chris hizo lo mismo. Un segundo después, se alejaban a toda velocidad de la plaza dejando atrás a los infectados que continuaban corriendo tras ellos.

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