Capítulo 7: Infección

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Ambas chicas caminaron por un largo pasillo oscuro, mientras los golpes en la puerta se escuchaban cada vez más lejanos. A cada paso que daban más se acercaban al hombre que gritaba desesperadamente y más incrementaba el olor nauseabundo a descomposición que impregnaba el lugar.

—Te lo diré otra vez niña: es mejor que te largues de aquí. Buscaremos otra salida y podrás escapar e irte de este maldito pueblo —le volvía a repetir Charlotte por enésima vez.

—No puedo dejar a ese hombre sufriendo —respondió Summer—, además, ¿qué hay de ti?

—Yo también buscaré un escape, solo que no contigo —le dijo Charlotte sonriendo—. Estamos cerca, ¿hueles ese olor a mierda?

—Sí.

—Aun puedes retractarte —repitió Charlotte—. Ese olor proviene de la reina de esas criaturas que hemos visto, de esas que infectan a las personas convirtiéndolos en especies de zombies, pero esta al infectarte te hace diferente, te hace mutar.

—Entonces podríamos intentar destruir su reina —continuó Summer cuando parecieron estar ante la última puerta que los separaba del hombre que gritaba y de la reina de los arácnidos.

—Respuesta equivocada, rubia. Cogeremos al hombre y nos largamos —le ordenó Charlotte seria, mientras sacaba dos pistolas de su chaqueta pasándole una a Summer quien miraba boquiabierta el arma que había recibido, ¿quién era esa mujer de rojo?— Ese pedazo de metal no te servirá de nada, solo apunta a los arácnidos.

Ambas inmediatamente miraron al centro de la inmensa habitación donde una pila de cuerpos destrozados yacía como una especie de trono de carne y huesos manchados de sangre, y sobre ella, una inmensa araña de color moráceo y largas patas negras llenas de velludas espinas. Esta las observaba con millones de ojos negros y brillantes, ojos que deseaban poder hincarle sus afilados colmillos, pero no solo eso, pues con solo observarla pudieron darse cuenta que no era como las demás arañas que arrasaban el pueblo, esta era un ser inteligente y lo demostraba en su mirada.

—Coge al hombre —gritó Charlotte apuntándole a un anciano que yacía en el suelo con la espalda ensangrentada. Summer de inmediato lo ayudo a ponerse de pie y lo cubrió con una chaqueta que encontró en el piso, mientras Charlotte descargaba su pistola contra la gigantesca reina de las criaturas que habían llegado con el meteorito.

—El chico que gritaba —dijo el anciano— no sobrevivió, la desgraciada lo pico justo en el cuello, su herida se infectó en cosa de segundos... —Summer no continuó escuchando lo que decía, ya que toda su atención la tenía el cuerpo del muchacho que no tenía más de 17 años, el que yacía boca abajo en una posa de sangre y pus.

Charlotte continuaba disparando mientras la araña gigante que media cerca de diez metros de alto comenzaba a levantarse de su trono de cadáveres para alcanzar a su atacante. La araña lanzó una especie de ácido por su boca que la chica vestida de rojo esquivo sin ninguna dificultad en una gimnastica pirueta hacia atrás mientras continuaba disparando.

—Saca a ese hombre de acá —le gritó a Summer para hacerla reaccionar—. Todas las demás victimas están muertas y mis balas no parecen hacerle ningún daño. Váyanse de aquí, yo buscaré otra salida.

Summer volvió en si e inmediatamente comenzó a ayudar al hombre a llegar hacia una puerta cercana, pero cuando estaban demasiado cerca, sintió como algo la agarraba de los pies. Miro hacia atrás y vio como cientos de arañas la comenzaban a tirar de la bota hasta hacerla caer para luego comenzar a arrastrarla.

—Siga sin mí —le dijo Summer al hombre mientras trataba de sujetarse de cualquier cosa para evitar que la arrastraran, aunque sin mucho éxito.

Charlotte era acorralada cada vez más por la araña reina y le quedaban pocas balas, pero de reojo pudo ver otra puerta cercana, y sin pensarlo corrió hasta donde se encontraba esta cuando escuchó el grito.

—¡Charlotte, ayuda!

La chica se dio la media vuelta y vio como la chica rubia era cubierta completamente por arañas y era arrastrada hacia los cuerpos en descomposición que constituían el trono de su reina.

—Lo siento, Summer, perorealmente debiste escuchar mi consejo —le dijo Charlotte antes de cerrar lapuerta tras de sí.

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