Capítulo 6: Dos chicas; una motocicleta

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Rose vagaba por las desiertas calles de la ciudad y no encontraba a nadie ¿qué había sucedido en el pueblo? Ella se había ido a la cama después del show de motocicletas y había sentido la explosión, ahí fue cuando cayó el asteroide, pero después de eso todo se había ido a la mierda. La gente había comenzado a enfermarse, a convertirse, todo era un desastre.

Rose había llegado hace dos meses a la ciudad. Había abandonado la universidad a pesar de la oposición de su hermano mayor, pero ¿qué derecho tenía él de opinar acerca de su vida? Después de la muerte de sus padres, él se había enrolado en el ejército o algo así, y se había olvidado completamente de ella. Rose, o como preferían que la llamaran actualmente, Summer Rae, había llegado a la ciudad con sus compañeras para hacer su show de motocicletas. Ellas podían saltar sobre varios autos, saltar sobre anillos de fuego, ninguna cosa era un desafío para ellas, aunque claro, estaban recién comenzando en el negocio del entretenimiento.

Desde pequeña Rose amaba las motocicletas y cuando el dueño del espectáculo vio lo que era capaz de hacer, le ofreció ser parte de su show ¡Ese había sido el mejor día de su vida! Desde ese momento había decidido que la llamaran Summer Rae, ese era su nombre artístico, esa era ella. Summer y su motocicleta Blu.

Summer caminaba por las desoladas calles vistiendo sus pantalones de cuero negros, sus bototos y su chaqueta de cuero azul. Hacía poco frio, aunque ya era de noche, y a pesar de que había logrado evitar a uno de los infectados, aún podía escucharlos a la distancia. Tan solo necesitaba encontrara a Blu y podría salir de ese sitio.

Pasó frente a una tienda de CDs de música y vio su aspecto reflejado en el vidrio. Estaba ojerosa. No había podido descansar desde que había comenzado la infección. Se había encerrado en su departamento, pero ya era hora de salir, debía escapar de la ciudad. Su largo cabello rubio con mechas azules que casi le llegaba hasta las caderas se veía tan liso como siempre, nada había cambiado, solo ahora tenía unas pronunciadas ojeras.

—¡Ayuda! —gritó un hombre a los lejos. Sin pensarlo dos veces, Summer corrió a socorrerlo. Siempre había sido así, bastante valiente, pero no muy buena para los planes. Mientras corría pensó si lo último podría jugarle en contra en ese momento.

Al llegar a la esquina sintió a un hombre que gritaba desesperadamente al interior de lo que parecía ser una fábrica. Cogió un pedazo de fierro del suelo e iba a abrir el pomo cuando escuchó una voz femenina a su espalda.

—No deberías entrar allí —le dijo una hermosa chica de largo cabello castaño oscuro ondeado. Esta vestía un hermoso y corto ajustado vestido rojo, una chaqueta roja oscura, además de unos tacones aguja del mismo color. Un atuendo bastante poco apropiado para la situación.

—¿Quién eres? —le preguntó Summer desconfiada, mientras el hombre continuaba gritando en el interior del edificio.

—Soy Charlotte —respondió la chica con los brazos cruzados—. No sé qué sucede ahí, pero no es nada bueno.

—Debemos ayudar a este hombre.

—No creo que puedas hacer nada contra esas criaturas con ese fierro oxidado —le dijo Charlotte sonriendo—. Vete de la ciudad, niña.

Summer la observó directamente a los ojos y pudo darse cuenta que esa mujer no tenía miedo. Le sonreía con tal naturalidad que era escalofriante.

—Salvaré a ese hombre, encontraré mi motocicleta y luego me largo —le dijo Summer finalmente—, y tu deberías hacer lo mismo.

—Como quieras —dijo Charlotte justo en el momento en que sintió los gruñidos que se acercaban rápidamente— ¡Rayos! —exclamó adelantándose a abrir el pomo de la puerta, para luego arrastrar a Summer con ella hacia el interior justo cuando los infectados con las arañas que habían llegado con el asteroide llegaban hasta la puerta. Una docena de ellos la golpeaba y arañaba tratando de entrar.

—Creo que no tenemos opción para tu desgracia. Debemos salvar a quien grita —dijo Summer observando la puerta—, además creo que esto no soportará demasiado. Debemos movernos.

—Creo que has ganado —le dijo Charlotte con una sonrisa, pero algo molesta—. Salvemos al hombre gritón.

Spiders from 'outta spaceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora