Capítulo Seis

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   El ambiente era bastante tenso, habían sido expulsados del establecimiento por hacer demasiado ruido en horas de clase. Asta estaba al lado de su madre mientras que Yuno mantenía una distancia prudente, el director los miraba muy seriamente.

  Ninguno se atrevía a decir algo, Yuno sabía que había roto una regla, y Asta bueno, el siempre rompía las reglas solo que esta vez fue al límite, pero el castigo no sería la expulsión, su madre estaba presente y mitad de la culpa había sido de ella así que esperaba poder convencer al director de no imponer un castigo severo en ambos niños. Y luego se marcharía para no seguir complicando a los jóvenes, pero vaya uno a saber lo que le esperaba a Asta cuando llegara a la casa.

—No esperaba que algo como esto pasará— soltó sin más Yuno.— Me disculpo por mis malos modales y por mí mal comportamiento, prometo que no pasará de nuevo. Como presidente del consejo estudiantil debo cumplir las reglas, lamento haberle fallado el día de hoy.

   Yuno se apresuró a disculparse, no quería que todo lo que había logrado con esfuerzo se derrumbará en tan solo minutos.

—Entiendo, Yuno— habló.— Ahora mismo espero que entiendas en la situación en la que te encuentras, y espero que sepan reconocer ambos sus errores. Señora, ¿Qué la trae a la escuela?

—Ellos no tiene la culpa de nada, director, fue la mía. Estaba preocupada por mi hijo que no me contuve cuando lo vi en los pasillos. Siento haber perturbado las horas de clases... ¡Pero tenía que retar a este pequeño demonio! Desaparecer de casa por dos días sin decirle a nadie, ¿quién se atrevería a hacerle eso a sus madres?

— ¡Mamá! Aquí no, podemos discutir en casa y hablar de todo esto. Después de todo ya conseguiste que me atrasará en clases— Asta mantenía un sonrojo en sus mejillas mientras evitaba a toda costa la mirada de Yuno y el director.

—Por hoy tendrán que ir a casa— el director hablo seriamente, Yuno se iba a negar, pero este volvió a hablar.— No tienes porqué preocuparte Yuno, diré que no te sentías bien y que tuviste que irte. Podrán hacer los exámenes a primera ahora mañana. Pero es la última advertencia que te doy, Asta. Si sigues así, ni siquiera tus buenas notas alcanzarían para permitirse seguir estudiando aquí. ¿Comprendes la situación?

   Asta suspiró y asintió. Arrastró a su madre hasta otro lugar mientras que inventaba una escusa para evitar a Yuno. No estaba listo para enfrentar a su mejor amigo de la infancia, los recuerdos que antes parecía casi enterrados, ahora salían a la luz, y para su mala suerte un sentimiento que creía muerto parece no estarlo del todo. Yuno se apresuró a tomarlo del brazo prohibiéndole así que escapara de el, poco le importaba si llevaba a su madre o no, el tenía que saberlo, el tenía que estar seguro, había esperado tanto tiempo por ello, ¿Cómo lo dejaría ir ahora?

  La madre de Asta pareció darse cuenta de esto, y suspiró, era ahora o nunca.

—Ustedes dos tienen mucho de que hablar. Pasaron más de diez años... Pero estoy segura de que lograran recuperar esa amistad de antes...— sin decir más la mujer se fue no sin antes darle una mirada amenazadora al rubio ceniza.

   Yuno estaba nervioso, ansioso y sorprendido, quería hacerle miles de preguntas, aún tenían el asunto del beso en la biblioteca, ¿Por qué todo pasaba tan de repente? Antes de que pudiera decir cualquier cosa, Asta se movió apartando así la mano que estaba en su brazo. Sin duda le desagradaba la idea de hablar con él, ¿Pero qué había hecho mal Yuno? El no podía recordarlo...

—Mejor vayamos al parque a hablar, no quiero que todos nos encuentren aquí cuando termine las clases— dijo indiferente, no se parecía en nada al antiguo Asta de en la mañana.

    Caminaron en silencio hasta un parque cerca de ahí, ambos se sentaron en unas bancas y esperaron pacientemente para poder hablar, claro que Asta estaba molesto se le veía en la mirada, pero Yuno estaba nervioso, no sabía que pasaría a continuación y no quería que el menor se alejara de él. Pasaron unos minutos y Asta suspiro, estaba listo para empezar a hablar.

—Antes que nada... ¿Tú no me recordabas verdad? — pregunto con indiferencia. Yuno negó.— Yo tampoco te recordaba. Lo único que recuerdo de la infancia era el rostro de un chico que hacía promesas vacías y absurdas. Tampoco recordaba su nombre, pasaron diez años, ¿cómo lo haría? Pero algo en ti me hacia recordar a él, y por alguna razón esperaba en lo profundo de mi alma que no fueras tu, que mis sospechas fuera inciertas, y qué todo esto fuera un nuevo camino. Joder, caí otra vez en la misma trampa. 

—Yo...— Asta lo callo con la mirada.

—Déjame terminar. Guarde todos estos sentimientos por diez años. Ahora los diré, tu me escucharás, y luego nos olvidaremos que esto paso y que nos conocíamos antes. No quiero... no quiero ver tu rostro. 

   Yuno guardó silencio, esas palabras si que le dolieron, ¿Por qué no podía recordar el daño que le hizo a Asta? ¿por qué no podía recordar eso pero lo demás si? 









Heridas del pasado (Yunoasta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora