Capítulo X. Águila de sangre.

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[...]

Hace más de veinte años...

-Señor... aqui esta. - decía un soldado al Rey Edmund, del Reino Oscuro. Sujetaba del brazo a  una mujer, la cuál se veía demacrada. Edmund se sorprendió de esto, pues nunca le había faltado comida, duchas o necesidades primarias, así como se le permitía dar paseos con vigilancia.

-Lady Jenell... - dijo el Rey.

-¡Maldito bastardo! - dijo y acto seguido le escupió a la cara. - ¡¿Dónde está?!, ¡Respondeme, malnacido! - esas palabras no eran propias de una Lady, pero si de una madre desesperada por ver de nuevo a su bebé. Saltó buscando clavar sus uñas en el rostro del Rey, pero los guardias la detuvieron.

-Él esta bien. Siempre fue bien atendido. 

-Un maldito año...¡Un maldito año! - girtaba ella, anunciando el tiempo que estuvo en cautiverio sin el derecho de ver a su hijo.

-Te lo daré, dejaré que se vayan. - La mujer dejó de pelear con los guardias al escuchar la frase.

-¿Qué truco es este?, ¿Qué te pidieron esta vez?, ¿Enviarme a Corona para que me ejecuten?, ¿Arendelle quiere obtener información de Dunbroch?,  ¿O Las Islas del Sur quieren saber en dónde está Avalon? -  preguntó con sarcasmo.   -No... ya me habrías entregado hace tiempo. Oh... ¡ya sé!, te has decidido por fin a revelarte contra ellos, y tú eres quien me va a interrogar. Bueno, su majestad, lo felicito por dejar de ser la mascota de esos reinos. -   Dijo con ironía, ella no podía hacerle daño físico, así que optaba por el psicológico.   - ¿Qué quieres?, ¿Saber del mundo oculto?, ¿Sobre el dragón parlante que Camelot tiene preso?, ¿Acaso no pensaste por un segundo que mi esposo, Lord Rider mantendría esa información en secreto para proteger a su familia?, pierdes tú tiempo, él nunca me dijo nada.

-Claro que lo supe.- por fin habló.

-Entonces, ¿por qué me mantienes con vida?, ¿Sientes culpa?, porque yo sigo sintiendo ira y si tu esposa estuviera presente, pasaría una daga en el cuello de esa desquiciada.

-¡Basta!, no hables así de ella.- esto le dolió al Rey, siempre amó a su Reina y los recuerdos le hacían doler el corazón.

-Tu esposa mató a mi esposo. Y me quitaron a mi hijo.

-Ella murió hace dos meses...

-... - estuvo a punto de decir cuánto le alegraba la noticia, pero notó un par de lágrimas en los ojos del hombre.

-Lo sé, lo sé... la locura de mi esposa se me fue de las manos... - en ese momento una joven de la servidumbre entró al gran salón con un pequeño en brazos y el rostro de Jenell se iluminó. Le entregaron al niño en sus brazos, y ella lloró de alegría, por fin abrazaba de nuevo a su hijo después de tanto tiempo.

-Mi Eugene, mi ángel. -decía dulcemente.

-Sé que no puedo enmendar las cosas que hice, pero aunque no lo creas, amo a este niño. - El Rey acercó su mano, a lo que Jenell no lo impidió y el bebé tomó uno de sus dedos en su diminuta palma.

-¿Qué te hizo cambiar de opinión?

-Hemos cometido muchos crímenes, pero ya no más. Las rocas de la piedra Lunar se acercan a mi reino, y es un peligro para nosotros. Este reino será inhabitable en poco tiempo, así que llévate al niño a un lugar seguro... y no, no te preocupes por el Rey de Corona, ya sabe que estás muerta.

-¿Qué?

-Cuando los acogí en mi barco, mandó unas cartas demandando que los entregase, él... ellos creen que usted sabe los secretos de Rider, así que la necesitaban. Les informé que la Reina había asesinado a Flynnegan, y que usted murió hace poco de pena.- hizo señas a sus dos guardias de confianza para alistar todo el viaje.-Así que váyase, váyase lejos en dónde no puedan encontrarla nunca. - Ella se limitó a asentir y siguió a los guardias. 

Corona Rota [Mericcup & Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora