Capítulo XI. ¡Guerra!

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[...]

Hace veinte años...

La familia real de Arendelle celebraba el cumpleaños número tres de la princesa Elsa, y como era de esperarse, se dio una ceremonia en su honor seguida de un banquete y baile en el palacio real.

-Mira mamá, estoy bailando. - Decía una pequeña rubia en brazos de Agnar, quien sólo cargaba a la niña mientras daba vueltas en la pista de baile.

Iduna y el resto de los presentes sonreían ante la tierna escena, y la mujer contemplaba lo perfecta que su vida era. Un viento golpeó las ventanas, algo que sólo la reina notó y giró la vista hacía los jardines del palacio en donde la reina de Corona se hallaba sentada en una banca contemplando el atardecer, entonces decidió ir a hacerle un poco de compañía.

Momentos después, la reina de Arianna se percató de su presencia. 

-¿Iduna?

-Su majestad, ha desaparecido de la fiesta. ¿Hay algo malo?

-Deja las formalidades, Iduna. Eres mi prima, puedes decirme solamente Arianna si estamos a solas- la joven de ojos azules soltó una pequeña risita y tomó asiento a su lado.

Iduna y Arianna tenían ese parentesco porque la madre de Arianna y el padre de Iduna fueron hermanos. Sin embargo, el padre de Arianna fue un hombre de apellido reconocido muy cercano a la realeza, quien se habría enamorado de una chica del pueblo Northuldra, aquella chica había decidido dejar el bosque para seguir su corazón. Esa pareja vivió buenos años juntos criando a su hijas como damas de corte. 

La relación sanguínea de las primas la mantuvieron en secreto debido a los tabúes con la magia y con aquel pueblo que vivía en paz con el bosque; además Arianna había sido prometida al Rey de Corona, pero no al Rey Frederic que todos conocemos, sino al hermano mayor de este: el Rey Egbert. La joven Arianna tenía la tierna edad de diecisiete años y ella habría aceptado el compromiso para salvar a sus padres y a su pueblo, no sólo a Corona, sino también a Northuldra; si, ella pasaba información en secreto a los jefes del pueblo sobre los planes del tirano Rey.

-Papá solía estar preocupado todo el tiempo cuando salía de las juntas con el líder de Northuldría. Sé que siempre estaba triste pero nunca me lo demostró. Entonces mi mamá murió, después se enteró que tu madre había muerto también, era su hermana y eso aumentó su dolor. - Explicó Iduana, encontrando una manera de iniciar conversación. Hace años que no se habían visto y apenas llegaron esa mañana sólo habían intercambiado típicas palabras diplomáticas de dos reinos amigos.

-Iduna, yo... cuando me enteré que mi tío murió... yo... lo lamento mucho, debí haber venido por ti. Eras sólo una niña, quedaste huérfana y yo era la única familia que te quedaba.

-Ari, tú no hiciste nada malo. No podías hacer más, muchas personas dependían de ti y de Frederic. Debían parar al Rey Egbert. Eras tan sólo una chica que pasó por mucho, no tienes que disculparte de nada. - Arianna soltó un par de lágrimas.

-¿Sabes?, estoy tan agradecida y feliz de haber conocido a Frederic. Aunque lo que hicimos, será algo que jamás podremos borrar. - limpió sus lágrimas con la manga de su vestido.

Iduna envolvió en un abrazo a su prima.

-Oye, ese hombre era un monstruo.

-Si, lo sé. Creo que por eso el pueblo no hizo tantas preguntas en cuanto a su muerte, pero... él nos descubrió... descubrió que Frederic y yo teníamos un amorío en secreto. Enloqueció... él había perdido la pista de Avalón, la del nido de dragones... se enteró que el padre de Agnar perdió la guerra contra Dunbroch y luego desapareció en el bosque. Oh, Iduna, tenía muchos demonios y sed de poder. No puedo imaginar lo que sucedía en su cabeza en esos momentos... pero Iduna, la forma en que me miraba era aterradora... ¡Intentó matarme!

Corona Rota [Mericcup & Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora