Capitulo 8

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Penúltimo día: Todo o nada

Sentando en lo alto de una colina, dos personas desayunaban en silencio mientras contemplaban el paisaje que tenían enfrente, la mujer pelirroja miraba por el rabillo de sus ojos a su acompañante de rato en rato, ambos disfrutaban del silencio confortable que se había creado entre ellos. El peliverde suspiro satisfecho una vez había acabado y seguidamente dejo su plato a un lado suyo, sus manos se apoyaron en el fresco pasto...

- "¿Que tal?" -pregunto Shino con una sonrisa.

- "Estaba delicioso" -le devolvió el gesto, la sonrisa de su pareja aumento.

- "Sabes..." -hizo a un lado su platillo- "...nunca imagine que terminaríamos así si te soy honesta" -se estiro la pelirroja.

- "Yo tampoco" -respondió volteando a verle por unos segundos- "Pero me alegro de que haya pasado" -fijo su mirada al enorme bosque de enfrente.

- "Esto de tener novio en verdad me gusta" -dijo divertida la heroína, sus manos tomaron del rostro al muchacho obligándolo a recostarse junto a ella.

Ver como su pareja se avergonzaba y se sonrojaba era oro puro, pensar que alguien que haya pasado por tanto aun sea capaz de sonreír impresionaba a Shino. Mientras ella viva, esta se encargaría de que Izuku siga portando esa sonrisa cálida y llena de confianza, lo apoyaría hasta el último de sus días, hasta que lo muerte los separe.

- "Hahaha..." -rio por lo cursi que sonó eso en su mente la pelirroja.

- "¿Que es tan gracioso?" -cuestiono contagiándose un poco de su risa.

- "Nada... recordé algo que me dijo una amiga..." -las palabras de Ryuuko resonaron en su mente.

Deberías casarte...

Tiempo era algo que Izuku tenía, ella por otro lado... ya no disponía de ese privilegio del todo. Diez años de diferencia era bastante, Shino estaba consciente de ello, no solo Ryuuko ya empezaba a formar su propia familia, Tomoko y Chatora de igual forma iniciaban a preocuparse por dejar su marca en el mundo con un sucesor.

El comenzar una conversación con tanto peso como lo era el querer criar un infante podría generar controversia en su relación, por cómo estaban las cosas en estos momentos Shino no podía quejarse. Todos en el campamento terminaron aceptando el hecho de que ambos ahora eran una pareja, tal vez ciertas personas no lo tomaron del todo bien... pero al final era solo una minoría.

Era mejor que nada.

- "Solo para asegurarme..." -acaricio el rostro del peliverde- "...quiero que sepas que no estoy jugando contigo o algo así..." -dijo seria.

Izuku sonrió, él ya sabía que alguien como Shino no sería capaz de jugar con el corazón de una persona, aun así, le gratificaba escuchar que ella le dijera esto de manera tan solemne. El estar tan cerca de su rostro le incito al muchacho a realizar algo de lo que él no se hubiera imaginado hacer nunca... porque este nunca había planeado tener pareja.

Lentamente Izuku fue acortando el espacio entre sus rostros, Shino entendió lo que su ahora novio quería hacer, poco a poco esta fue cerrando sus ojos y abriendo su boca, antipocando los labios de su pareja con su corazón empezando a acelerarse. Lento y amoroso, ambos disfrutaban del tierno y sentimental beso, mientras que el peliverde saboreaba el peculiar sabor a fresas... la pelirroja disfrutaba la calidez y frescura de los labios de su amante.

Cuando Shino sentía que el beso estaba a punto de terminar... las palabras de su amiga volvieron a pasar por su cabeza.

Izuku se sorprendió un poco al sentir como su pareja intensifico el beso de un momento a otro, su raudo corazón tuvo un subidón de nivel por la actitud de Shino. El peliverde agradecía el que nadie conociera este apartado lugar, hubiera muerto de vergüenza y pena si alguien los viera de esta manera.

Una semana para enamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora