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-Oh Rusame, que sorpresa.-Sonrió cortes Polonia cuando abría la puerta que era tocada con insistencia, enseguida fue topado por un joven, Rusame, quien parecía cansado de haber corrido demasiado.


-Hola señor Polonia, lamento la interrupción, vine a darle algo a Alepol, se olvido la ultima vez que nos vimos.-Se inclino con respeto, estaba enojado con ese chico pero debía ser respetuoso como le habían enseñado sus padres, después de todo su isla aun no era una potencia para hablarle a los demás como sus iguales.


-Claro, pasa.-Sonrió Polonia.-Su habitación esta arriba a la izquierda.-Indico el polaco viendo como el menor corría con prisa. Sonrió con ternura al verlo.-Los niños de hoy en día.-Suspiro volviendo a su labor de preparar algo para tomar el té, quizá unos buenos panesitos 


Mientras en su habitación Alepol estaba con el libro que hace poco había encontrado en su sótano, bostezaba pues se quedo hasta tarde tratando de descifrar las escrituras de la tapa, parecía un alemán, pero uno antiguo no entendía bien unas palabras así que buscaba en distintos libros otra forma de leer el alemán de la época de imperio.

Pero en eso su puerta fue abierta de golpe asustandolo, ocultando el libro bajo su cama pensando que seria su padre o madre, si supieran que seguía investigando le quitarían el libro y lo castigarían.


-¿Que haces aquí?.-Gruño enojado al ver a Rusame quien fruncía el ceño.


-Te dije que vendría a golpearte ¡Cumplo mis promesas!.-Le reto desafiante cerrando la puerta tras suyo.


-¿A si?.-Se levanto del suelo acomodando su ropa de casa.


-¿En serio usas esa ropa aun en tu casa?.-Pregunto burlón al verlo con un pantalón oscuro, botas de cuero algo largas y su camisa bien elegante.-Pareces un ridículo.


-¿Yo? Tú pareces tan infantil con esos colores.-Levanto una ceja viendo su ropa con colores llamativos.-Lo USA se pega.-Se burlo.


-¡AHG! ¡Con mi madre no te metas!.-Se tiro encima suyo con furia empezando a golpear su rostro.-


Mientras abajo estaba Polonia bastante animado poniendo panes al horno, sabia que pronto estarían listos por como su horno actuaba, se dispuso a limpiar el desastre que hizo acomodando unos materiales. En eso escucho como la puerta era abierta dejando ver a Alemania quien llegaba cansado del trabajo.

Polonia sonrió acercándose a su esposo para recibirlo con un abrazo y un beso de bienvenida.


-Hola.-Sonrió el polaco al ver esa linda sonrisa de su amado.


-Hola.-Alemania lo abrazo un poco más, se sentía tan bien estar entre sus brazos.-¿Y Alepol?


-En su habitación, vino uno de sus amigos para darle algo que se olvido.-No le daba mucha importancia, eran jovencitos, estaban en esa edad de querer estar con sus amigos casi diario.


-¿Algo? ¿Quien vino?.-A diferencia, Alemania si estaba algo atento a lo que hacia su pequeño, era casi un reflejo. Su madre en el pasado era algo parecida, siempre atenta a donde iba o con quien iba, siguiéndolo hasta para darse un baño.

Mextina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora