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Light abrió los ojos desconcertado. Intentó enfocar algo, lo que fuera, que le indicara dónde se encontraba. Sin embargo, solo se encontró con una oscuridad absoluta. Parpadeó confundido repetidas veces y se sobó la cabeza. Por alguna razón le dolía y no podía recordar nada de lo ocurrido los últimos días.

Se puso de pies, tambaleándose levemente. Nada, no podía recordar nada. Hasta donde él recordaba estaba en clase de inglés, no podía recordar nada de lo ocurrido los siguientes días. ¿Lo habían secuestrado?

No, en ese caso le habrían dejado atado. Entonces, ¿dónde se encontraba?

Trató de andar a oscuras, intentando palpar algo. Tocó lo que parecía ser una pared. Extendió su palma por esta, estaba lisa y olía a recién pintada. Pero nada de eso le ayudaba a descubrir dónde se encontraba.

Siguió moviéndose, con las manos apoyadas en la pared. Iba intentando encontrar algo por su camino, alguna pista sobre donde se encontraba o cómo podía salir de ahí.

Llegó al final de la pared y se dio cuenta de que esta continuaba en un ángulo de noventa grados. Estaba en una habitación, una sala. No muy grande, por la distancia que Light calculaba que había de una esquina a la otra.

Lo bueno era, que todas las habitaciones tenían puertas, solo tenía que seguir palpando hasta encontrarla. Entonces trataría de abrirla a como diera lugar.

Decidido a hacer eso, Light siguió como había estado haciendo hasta ese momento. Estuvo un rato así, sin llegar a tocar nada que no fuera esa pared. No podía ser posible. Ya había dado varias vueltas y no había encontrado ninguna puerta.

Pero tenía que haber, ¿verdad? Si no, ¿cómo le habían metido ahí? Debía seguir buscando, tal vez se había dejado algún detalle.

Entonces se encendió una luz parpadeante. Light cerró los ojos molesto, ya se había acostumbrado a la oscuridad. Segundos después la luz dejó de parpadear y la habitación se quedó totalmente iluminada. Extraño, porque según lo que Light pudo comprobar no había ni lámparas ni absolutamente nada en esa sala. Era una habitación pequeña, completamente pintada de blanco excepto por unas letras que estaban pintadas en la pared.

Cabina de muerte, rezaban las letras rojas y mal pintadas. Tal vez con sangre o tal vez con simple pintura, con intención de que pareciera sangre. Como fuera, lo más importante era que no había ninguna puerta.

Light tragó saliva. No entendía absolutamente nada, tampoco parecía ser un sueño. Alguien, alguien tenía que haberlo metido ahí. ¿Pero con qué propósito? ¿Le estaría observando en ese momento? No parecía que hubiera cámaras instaladas en la sala.

De pronto, nuevas letras aparecieron en la pared que había a su derecha. Light abrió su boca de la impresión. Las letras aparecían como si alguien las estuviera dibujando en la pared, pero no había nadie más en la habitación.

Se acercó hasta esa pared para observarlo mejor. Un nombre estaba escrito ahí.

- Kuro Otoharada. - Leyó Light lentamente. El nombre se le hacía tremendamente conocido.

Entonces, como por arte de magia, una puerta se materializó en la pared. Light retrocedió perplejo. Era negra, y no tenía picaporte por ese lado, pero estaba claro que era una puerta.

Estaba salvado. Solo tenía que conseguir romperla, porque estaba claro que solo era una puerta para entrar, no para salir.

La alegría no le duró mucho. Por la puerta entró un hombre corpulento, bastante más mayor que él. Tenía cara de pocos amigos y varias arrugas surcaban su rostro. Era muy feo. Al entrar, la puerta desapareció de nuevo y un reloj de pared digital apareció.

Cabina de muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora