Capitulo Ocho

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Won tomó una ropa del armario para prepararla, y, mientras preparaba el baño, Hoseok se dirigía a su casa por unas prendas, pues Hyungwon insistió en que lo acompañará unos días, ya que se sentía bastante solo.

—¿Dónde estabas que no llegaste? —cuestionó molesta su tía —¿Y por qué no estás en la escuela? Es tu segundo día, y las colegiaturas no son baratas.

—Tranquila, ayer un amigo se puso muy mal y lo cuidé en la noche, estaré con él por unos días.

Su familia no era la más estricta, así que ni tenían problema con eso, pues ya era bastante grande para tomar sus propias decisiones.

Salió después de una ducha, y fue lo más rápido posible. Entró con la llave de repuesto que le había prestado Hyungwon, y puso su mochila al borde de la cama.

Se abrió la puerta del baño y allí estaba saliendo el mayor, con una toalla amarrada a la cintura, que a pesar de no tener el cuerpo tan musculado cómo Hoseok, era bastante tonificado.

Hoseok solo lo miró, y en sus ojos se reflejaban todas las maneras posibles en las que se lo podía devorar.

—Oh, llegaste rápido —dijo el castaño.

—Más bien, tú te tardas mucho bañándote. ¿Qué estarías haciendo? —Mirando fijamente sus ojos, mientras mordía su labio.

—Estuve llenando la tina, y antes me puse a limpiar en lo que ibas, es por eso que acabo de salir —dijo riendo.

Wonho se levantó, e iba acercándose al mayor.

—Me encanta tu cuerpo, tiene las proporciones perfectas —Al decir ésto, besó su cuello causando un pequeño jadeo en el contrario.

—E-Espera, primero la salida.

—Uh, de acuerdo —se sentó al borde de la cama.

—Mientras puedes acomodar tus cosas por acá, o donde encuentres espacio, no tengo muchas yo— comentó Won sacando una camisa y su ropa interior de un cajón.

Terminó de arreglarse, tan radiante como siempre, a pesar de usar un atuendo sencillo a lo que acostumbra para salir, se veía bastante bien, pues sabía combinar la ropa. Llevaba puesto un pantalón negro, una camisa blanca fajada, y una pashmina amarrada al cuello. Por el contrario, Wonho llevaba, igualmente, un pantalón negro, una camisa holgada color gris oscuro con un estampado del videojuego Mortal Kombat, y una chaqueta de piel.

Salieron, primero pasaron a un parque a comer un helado, para después ir al Zoológico.

—¡Vamos a ver a los conejos! —decía Wonho entusiasmado— Están dando pases para acariciarlos.

—Yo quería ver a los reptiles —contestó Won con un puchero.

—Bueno, pero primero a los conejitos ¿Sí? —con un agyeo, que, aunque intentara, hacía imposible a Hyungwon negarse.

Entraron, y Wonho era el más feliz del mundo, por dónde caminara había conejos, eran muy lindos, y, a pesar de que sus heces era olorosas, ese lugar no olía más que a vegetales.

Wonho se detuvo a darle de comer un poco de apio mientras lo acariciaba; en ese lapso de tiempo Hyungwon empezó a reírse.

—¿De qué te ríes? —preguntó serio Wonho.

—Ese conejo se parece a tí —dijo el mayor aún entre risas.

—¿Ah, sí? ¿Eso te parece gracioso? —dijo siguiendo el juego, con el ceño fruncido —Entonces dejarías que ese conejo te lo hiciera como yo ayer.

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