15. Bases

250 33 66
                                    

Pov's Jimin

- ¿Quieres una taza de té? - pregunto el mayor.

- Ugh, claro - dije sin siquiera mirarle a los ojos.

El pelimenta no le tomó importancia dirigiéndose a la cocina de su piso mientras yo jugaba con la parte inferior de mi camiseta como si fuera lo mas entretenido del mundo.

Las gotas de sudor caían una por una de mi cuello a mi espalda aunque no hiciese calor.

Y es que no se en que punto de nuestra cita terminé aceptando venir a su casa.

Me sentía como un idiota. Debí haberle dicho que no. Pero no queria seguir aguantando a Tae y sus burlas.

Desde que decidió interrumpir nuestra sesión de besos en la habitación no había parado con sus estupidos chistes maliciosos.

Para colmo Jin hyung se ponía de su lado y su entretenimiento de la semana ha sido molestarme en los recesos con ello.

Suspire por milésima vez desde que crucé la puerta del pequeño apartamento donde solo vivía el mayor.

Según el pelimenta era la primera persona que no era el, visitando el lugar.

Es de cuatro espacios. Cocina, sala, aposento y baño. Todo en tamaños algo reducidos pero a simple vista se veía que estaban bien aprovechados.

No tenía la calidez propia de una casa habitada, y eso que el mayor ya tiene una semana viviendo aquí.  Pero siendo como el es, es un poco imposible pedir algo así.

Divague en mis pensamientos tratando de tranquilizarme.

Recorde la feliz tarde que pase con el mayor.

Fuimos a un bar de música jazz en vivo donde después de unos 15 minutos y una copa, rompimos la tensa conversación que manteniamos para convertirla en una mas relajada y divertida.

Llevo contadas en mi memoria las veces que el de ojitos gatunos sonrió de forma tierna para mi. Siete. Mi nuevo número de la suerte. Podía recordar cada una de ellas y el momento exacto en que las esbozó.

Mi mejillas ardieron por lo cursi de mis pensamientos buscando de alguna manera escapar de mis propios sentimientos.

Me transporte a después de pasada la cena. Cuándo se nos fue el correr de las horas mientras caminabamos sin rumbo fijo.

Pasamos por una calle de puestos artesanales donde el pelimenta sin que lo notase compró una pulsera para mi.

A la cual me encontraba dandole vueltas en mi muñeca.

En el pequeño jarron frente a mi se encuentra la rosa que le compre al mayor como agradecimiento por la pulsera y tambien para molestarle un poco a decir verdad.

El por su parte me tomo de sorpresa al simplemente acercarse y besarme de forma corta. Tomando la flor de mis manos y murmurando un suave "gracias" sobre mis labios.

Otro suspiro.

Pero a diferencia de los demás este fue por lo enamorado que me sentía en este momento.

Me asustaba lo rápido que estaba callendo por el pelimenta. Pero ya no hay forma de detenerlo. Había caído por el sin lugar a dudas. Y aunque no lo quisiera admitir, mi mente recuerda a la perfección cada lugar que sus manos han tocado; provocando que mi cuerpo reaccione pidiendo por más sin que pueda evitarlo.

Sus pasos me alertaron. Alejando así la fragil tranquilidad que había conseguido al perturbarla con su presencia.

Tomé entre mis manos la taza que me ofrecía. Agradeciendo a todo poder divino porque estas no temblaban.

𝙰ú𝚗 𝚗𝚘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora