10. Rescate (de 11:00 a.m. a 12 p.m)

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11:00 A.M.

Los ordenadores echaban humo en la ADICT. Héctor había logrado rastrear la huida de Clemente hasta una casa en las afueras. Juanjo controlaba el acceso a las cámaras de seguridad del Arsenal, pero necesitaba que alguien transmitiera la señal de las cámaras hasta su ordenador, con lo cual alguien tendría que entrar en la sala de seguridad y enviar las imágenes a la red de ADICT. Laura estaba pegada al teléfono móvil todo el rato, dando las indicaciones adecuadas con ayuda del resto. La cazadora apareció por allí entonces.

—Problemas, ¿verdad?

—Nada que no podamos solucionar, Mei—repuso Laura—. Los militares han retenido al grupo de Sergio por armar el lío en mitad del Arsenal.

—¿Y?—preguntó Mei, con tono aburrido.

—Javi, Marta, José y Sandra van a entrar a sacarles de allí—dijo Laura—. Sí, vale, ya sé qué vas a decir. Que es suicida. Pero tengo un trabajo para ti, Mei. Héctor, informa.

—Claro—Héctor se apartó del ordenador y tendió a Mei un plano de la ciudad con una ruta trazada—. Vas a tener un trabajo digno de ti. He seguido por el satélite la huida de Clemente. He estado verificando la ruta y todo parece indicar que se ha escondido en un piso franco, justo ahí—señaló un punto en la periferia de la ciudad—. Así que ve y elimínalo antes de que cause más problemas.

—Necesitamos encontrar la estela antes de que ocurra lo peor—dijo Mei—. Sin la estela no tenemos nada. Podrán controlar a los neófitos que creen y eso estaría feo...

Laura miró a Héctor y él asintió.

—Llevas razón, Mei. Pero desconocemos el paradero de la ladrona... por el momento. El que conozco es el de Clemente y ese sí que te digo que está ahí.

—Oh, mierda— exclamó Juanjo, sentado en el otro ordenador, dando un golpe en la mesa—. ¡No puede ser!

—¿Qué pasa?—Laura se acercó.

—He interceptado una llamada telefónica. Desde el Arsenal han avisado a la Policía Nacional—respondió Juanjo, visiblemente alterado—. Van a entregarles a Sergio y a los demás.

—¿Qué más ha pasado?—preguntó Laura.

—Mira, es la cámara de la entrada, la única a la que tengo acceso. Está en una red general que controla además de la entrada el resto de la Calle Real—señaló Juanjo. Javi, Marta, Sandra y José Antonio entraban al Arsenal, esquivando los cuerpos inertes de los guardias que habían estado vigilando la entrada hasta hacía unos minutos.

—Mei, ve a por Clemente y sus amiguetes—le pidió Laura—. Detenerle a él equivale a detener nuevos ataques, y ahora mismo está esperando a que las cosas se calmen en el Arsenal para atacar el Centro Comercial cuando considere oportuno. No hay tiempo.

—Vale, vale, ¡ya voy!

—Ah, por cierto—dijo Laura—. Natalia te acompaña.

—Ni lo sueñes—replicó Mei, obstinadamente—. No pienso dejar que una vampira me ayude.

—¿Estás con nosotros o no?—preguntó Laura. Mei la miró, ignoró la pregunta y miró a Natalia, que había estado allí de pie todo el rato mirando por la ventana.

—Vámonos, cazadora—le dijo—. Pero procura no exponerme demasiado al Sol. Es verano y la gente me miraría mal si les deslumbrara demasiado...

—Ah, déjate de chorradas—Mei se dirigió a la puerta y salió. Natalia se puso una fina cazadora blanca, una gorra y unas gafas de sol y salió detrás de Mei Li.

ADICT II: TornadoWhere stories live. Discover now