Capítulo Ocho.

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El sol brillaba en todas partes de mi habitación, y aunque era un brillo constante me resultaba hermoso.

Visualice dos ancianos desde la ventana de mi habitación, uno estaba en sillas de ruedas y el otro se encontraba sentado en un silla de madera.

Lo hermoso de ése día es que a pesar de qué la persona en sillas de ruedas no hablara ni omitia un ruido. La persona que lo acompañaba estaba feliz, feliz de estar con ella, feliz porque a pesar de qué su amada moría día a día. La seguiría amando después de todo.

Y lo sabia por cómo la miraba, lo sabia por cómo su amada observaba a la nada mientras el la veía de pies a cabeza con una hermosa sonrisa de fascinación, estaba atento a todos sus movimientos aunque eran lentos, lo estaba.

Y quería eso, lo anhelaba contigo.

°•Eres otro en mi vida.•°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora