Dos. Evasión.

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Mi humor ese día era diferente, me sentía feliz mientras caminaba junto con Edward a la cafetería, y algo me decía que no era la única que podía sentir la libertad tan próxima

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Mi humor ese día era diferente, me sentía feliz mientras caminaba junto con Edward a la cafetería, y algo me decía que no era la única que podía sentir la libertad tan próxima.

Había una atmosfera de libertad que embriagaba a todos en la escuela, teníamos la libertad tan cercana que casi podíamos tocarla. Había señales en todas partes. Las paredes estaban llenas de posters y los botes de basura estaban repletos de folletos que te recordaban comprar el anuario y tarjetas de graduación, los plazos para poder comprar las togas, sombreros y borlas. También había anuncios sobre el baile del fin de ese año. El gran baile era el fin de semana siguiente al cual con Alice habíamos considerado si ir o no.

—¿Ya enviaron sus tarjetas? —pregunto Angela en cuanto Edward y yo nos sentamos en la mesa.

Alice ya se encontraba ahí sentada junto a Angela y Ben.

—Le dije a mi abuela si iba poder venir pero dijo que no podía, así que con eso descarte a mi familia de corea no creo que ninguno pueda venir desde tan lejos, y mi padre me dijo que le mandara la tarjeta a unos tíos que tengo en Los Angeles así que ya todo está en orden. —conteste.

—Que mal que tu familia no pueda venir a verlos. —dijo Angela apenada. —¿Y tú Alice? —

—Ya está todo en orden. —

—Qué suerte. —resoplo Angela. —Mi madre tiene miles de primos y espera que escriba una por una. Me voy a quedar sin mano. —

—Yo puedo ayudarte. Si es que no te importa mi letra. —ofrecí.

Pude ver como Edward sonreía satisfecho de que hiciera planes que no incluyera hombres lobos, y eso hizo que con más razón quisiera ir a ver a Jacob, él no iba a decirme que hacer.

—Eres increíble. Puedo ir a tu casa cuando quieras. —dijo Angela agradecida.

—La verdad preferiría que fuera en la tuya, para celebrar que mi padre ya me levanto el castigo. —le dije con una sonrisa.

—¿Enserio? Pensé que había dicho que duraría toda tu vida. —

—Que te puedo decir soy un angelito que no rompe ningún plato. —dije haciendo cara de niña buena y poniendo mis manos en mi barbilla.

 —dije haciendo cara de niña buena y poniendo mis manos en mi barbilla

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