Veinticinco. Bree.

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Abrí los ojos por la sorpresa, pero rápido desvié la mirada del objeto envuelto en cabello rojo

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Abrí los ojos por la sorpresa, pero rápido desvié la mirada del objeto envuelto en cabello rojo.

Edward rápidamente desmembró el cuerpo decapitado con rapidez. No podía moverme de mi lugar, el ritmo de mi corazón aún seguía agitado. Pude ver como Edward corría hacia lo que hace unos minutos fue el cuerpo de Riley, tomo una gran cantidad de trozos y corrió a dejarlos en la pila donde estaban los de Victoria. También vi como Seth tenía un trozo demasiado grande del cuerpo del vampiro y lo llevaba a la pila. Edward saco un encendedor de su bolsillo, lo activo y prendió las hojas secas que estaban en la pila de los cuerpos, haciendo que estos ardieran de inmediato.

Edward giro hacia Seth y en un susurro pidió:

—Reúne hasta el último trozo. —

Edward y Seth buscaron por todo el campamento. De vez en cuando lanzaban a la hoguera pedazos de rocas blancas.

Después de terminar su tarea, el fuego se levantó más alto y lanzo un asfixiante humo morado. La densa columna de humo olía a incienso, pero dejaba un aroma desagradable, denso y demasiado fuerte.

Seth volvió a soltar un gruñido muy parecido a una risa.

Edward volteo a verlo y sonrió, levanto el puño en dirección a Seth. Este sonrió mostrando una hilera de filosos dientes y pego su hocico al puño de Edward.

—Fue un grandioso trabajo de equipo. —murmuro a Seth.

Seth volvió a soltar una risa.

Luego Edward se giró lentamente hacia donde yo estaba y camino hacia mí.

—Elina, corazón. —dijo con voz suave y dulce. Tenía las manos a lo alto y las palmas hacia adelante. —Elina, ¿Puedes soltar la piedra, por favor? —

Se me había olvidado por completo que aún tenía la piedra en la mano. Con cuidado abrí la mano haciendo que la piedra callera al suelo. Él se relajó un poco cuando miro que la piedra ya estaba en el suelo, así que se acercó más a mí.

—Todo estará bien, Elina. —murmuro Edward. —Estas a salvo, no voy a hacerte daño. —

Sentía como todo me daba vueltas, la adrenalina se me había bajado haciendo que me diera un bajón de energía.

—Todo estará bien, corazón. Se que tienes miedo pero...—

—¿Qué? Yo no tengo miedo. — interrumpí a Edward.

—¿No tienes miedo? —pegunto.

—Bueno, un poco sí. —admití. —Pero no de ti, ni de Seth. Tenía miedo de Victoria, pero ya todo ha terminado. —

Camine hacia el pero otro mareo me ataco haciendo que casi me cayera, pero Edward alcanzo a atraparme.

—¿Estas bien? —pregunto.

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