Dieciséis. Graduación.

564 56 0
                                    

La ropa volaba de un lado a otro, tenía una montaña de ropa en mi cama, en el piso y en mi escritorio, ya me estaba dando por vencida

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La ropa volaba de un lado a otro, tenía una montaña de ropa en mi cama, en el piso y en mi escritorio, ya me estaba dando por vencida.

—¡No tengo nada que ponerme! —hice un berrinche.

Tenía mucha ropa, pero nada llamaba mi atención, había infinidad de vestidos de los cuales podía escoger pero ninguno era "El vestido" quería algo que dijera me "Gradué Bitches" pero con respeto, algo que dijera "Soy formal, pero divertida" y no encontraba nada.

Ya era hora de irme y traía mi pijama de ositos. Si no encontraba nada era seguro que me iría con ella.

—¡Maldita sea! —grite.

—¿Qué paso? —dijo Alice, que estaba apoyada de manera casual en la ventana abierta. —Toc, toc. —

—¿No pudiste usar la puerta? —pregunte.

—Yo solo pasaba por aquí. —dejo en la cama una gran caja. —Se me ocurrió que talvez necesites algo nuevo para estrenar en la graduación. —

Mire la gran caja y la mire aliviada.

—Admítelo. Soy genial. —dijo Alice.

—Eres un ángel caído del cielo. Gracias. — fui corriendo a su dirección y la abracé.

—Es agradable hacer algo. No sabes lo molesto que es pasas cosas por alto, como me pasa últimamente. Me siento inútil...tan normal. —dijo con horror.

—Si, no me lo puedo imaginar. —dije con sarcasmo.

Alice rio.

—Bueno, ya tienes algo para remplazar lo que te robaron, ahora solo me falta saber qué es lo que ocurre en Seattle, es algo que aún no veo...—

Y de pronto todo encajo en mi mente cuando ella relaciono las dos cosas en un mismo enunciado. Todo era tan obvio. Me quede mirando a Alice, mientras analizaba todo.

—¿Vas a abrirla? —pregunto. Suspiro cuando no le hice caso y fue a abrir ella misma la caja. Sostuvo el vestido en el aire y dijo: —No es precioso, escogí el color azul, porque a Edward le encanta como te miras con el... bueno, a él le gusta todo lo que te pongas. —

—Todo está relacionado. —murmure.

—¿Qué?. —me miro confundida. —¿No te gusto? Pensé que te miraría más emocionada. —

—Esta hermoso, Alice, pero eso no importa ahora. Solo escucha lo que te voy a decir. —suspire acomodando mis ideas. —El intruso en mi casa y el robo de mi ropa van de la mano con la creación de los neófitos en Seattle. —

Alice soltó el vestido, el cual volvió a estar en la caja. Parecía más concentrada.

—¿Por qué piensa eso? —pregunto.

—¿Si recuerdas lo que dijo Edward de usar los puntos ciegos de tu don para mantener fuera de tu vista a los neófitos? Y luego está lo que explicaste en su momento sobre una sincronización demasiado perfecta y el cuidado que había puesto el ladrón en no dejar pistas, como si supiera lo que eres capaz de ver. Creo que él usó tus puntos ciegos. ¿Qué posibilidades hay de que actúen exactamente al mismo tiempo dos personas que saben lo bastante sobre ti para actuar de ese modo? Ninguna. Es una persona. Es la misma persona. El creador de ese ejército fue el que robó mi aroma. —

As if it's your lastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora