Déjame ayudarte [Kelly Severide]

• Capítulo tres •

Son las cuatro de la tarde, será mejor que comience a alistarme. Subí una maleta con ropa a mi habitación y comencé a buscar un atuendo que fuera lindo, además de que fuera para la ocasión. No debía de ser tan formal, así que opte por un pantalón ajustado color negro con hoyos en la parte de las rodillas, una blusa blanca de manga larga pero ligera, y unos tenis de color negro marca Nike.

Fui al baño y me desnudé, dejé la ropa sucia en el cesto para después entrar en la ducha y comenzar a templar el agua, ya que no me gusta que este muy fría o que este tan caliente como para cocer un pollo.

Cuando estuvo perfecta el agua inicié mí "ritual" de baño, el cual consistía en tomar un poco de shampoo y masajear despacio el cuero cabelludo, enjuagarlo para después ponerme acondicionador para dejar más suave mi cabello. Al terminar con mí cabello me lo recojo con una pinza para no llenarlo con jabón. Tomo un poco de jabón y lavo mí cara con movimientos circulares para sacar más espuma, enjuago mí cara para no causar alguna irritación. Y por ultimo enjabono todo mí cuerpo para quitar toda suciedad existente que pude adquirir durante el día.

Cierro las llaves del agua para cesar la caída de las gotas de agua. Quité el excedente de agua de mí cabello y lo comencé a secar con una toalla, cuando mí cabello no estaba tan húmedo me sequé el cuerpo.

Al salir, ya seca, tomé una crema húmectante y la esparcí por todo mí cuerpo a excepción del rostro, ya que para este tengo una crema especial.

Salí del cuarto de baño para ir a mí habitación. Encima de mí cama se encontraba mí ropa. Primero tome mí ropa interior y me la puse, y así progresivamente con la demás ropa. Cuando termine, bajé a la sala porqué ahí estaba mí bolso y ahí es donde tengo mis productos de cuidados para la cara y el poco maquillaje que me suelo poner.

En el baño de abajo es donde me terminaré de arreglar. Me posicioné enfrente del espejo y me puse la crema especial que hidrata la piel, pero que no me deja el rostro grasoso. Después ricé mis pestañas y me puse máscara para pestañas, también pinté mis labios con un brillo que le daba una tonalidad roja a estos mismos. Y para finalizar tomé una liga que siempre acostumbro a llevar en la muñeca izquierda, y con ella me hicé una cola de caballo alta.

Al fin estaba lista, este ritual me lleva un aproximado de media hora a cuarenta minutos, pero eso no es ningun problema porque yo soy muy puntual cuando tengo compromisos. Así que son las 4:35 y me lleva 20 minutos llegar a la casa de Bodden, aun tengo mucho tiempo de sobra.

Me gustaría llevar un presente a la cena, por lo cual tengo que ir a conseguirlo. Tomé mí teléfono celular, dinero, mí brillo y mí par de llaves para salir de mí casa. Cerré con seguro la puerta y con las llaves del coche quité la alarma para subirme en el auto.

Condujé hasta llegar a un centro comercial más cercano, me bajé del coche y entré en el super. Caminé por los pasillos en la busqueda del tan añorado vino. Pudé observar una gran variedad de vinos. Había vino tinto, vino blanco, vino rosa, también había varios exportados de otros paises como Italia, Francia, Alemania y otros más.

Mientras estuvé seleccionando el vino me fijé que un hombre me observaba mientras escogía unas cervezas. Debo de admitir que era muy atractivo. Era alto, de cabello castaño, con unos preciosos ojos azules. Al darse cuenta que lo miraba, él me sonrío y me guiñó un ojo para después tomar un paquete de cervezas y marcharse. Me quedé un poco atontada en ese momento y creo que me sonroje un poco por las acciones que hizo, pero al instante en que se fue recobre mis sentidos y volví a la tarea de elegir el vino que más me llamará la atención.

Yo opté por uno más sencillo, era vino tinto de Italia de una cosecha reciente. Era de una botella oscura con un corcho pálido, tenía letras en dorado y unos detalles cafes en la etiqueta.