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C A P I T U L O 1 5
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Esa voz irreconocible me atormentó casi toda la noche hasta llegar a dormirme del cansancio. No era la de mi padrino ni la de otro hombre que yo reconociera, era muy ronca y parecía la de un tipo bastante mayor. Con solo recordarla me recorría escalofríos. Saber que me espiaba me provocaba demasiada repugnancia, ni siquiera quería cambiarme de ropa en mi propia habitación por miedo a ese loco. Oliver fue muy amable al quedarse a dormir en mi casa para cuidarme, no iba a negar semejante acción, pero no siempre vendría a protegerme del maniático; tenía que encontrar la forma de hacerlo yo misma.
Dormida, me moví en la cama sintiendo un enorme peso en mi costilla, cada vez que me movía algo me apretaba contra un objeto duro. Abrí mis ojos y vi una imagen borrosa, era el brazo tatuado de Oliver atrayéndome más a su cuerpo. Me solté de su agarre quedando cara a cara con él. Seguía dormido, tenía el ceño fruncido al igual que sus labios carnosos. Aún con la cara con moretones tras la pelea con Ivo, continuaba viéndose muy bonito. Decidí despertarlo. Necesitaba saber si todavía tenía en mente la tonta idea de ir al bosque a buscar al enfermo como me lo reafirmó anoche.
—Oliver, despierta.
Él se movió tomándome de mi mano y jalándome a él, quedé encima de su pecho, bastante cerca de su cara. Su perfume de menta y chocolate seguía impregnado en su piel y ahora en la mía. Sonreí un poco al confirmar que él era muy bello. Situé mis manos en su pecho y me impulsé hacia arriba recobrando mi estabilidad. Volví a sacudirlo para despertarlo. Poco a poco fue abriendo sus ojos observando el lugar.
—Ya salió el sol, Oliver. Despierta —gruñí sin paciencia.
—Ah... Creí que eran tus ojos los que brillaban —dijo con voz somnolienta.
Puse los ojos en blanco.
—Es en serio.
—Yo hablo igual. ¿Me dejas dormir un ratito más? —preguntó acurrucándose en mi cuerpo. Mis mejillas ardieron cuando su suspiro caliente recorrió mi cuello y parte de mi pecho—. Eres calentita, déjame dormir cinco minutos más aquí.
—¡Dije que arriba! —Alcé la voz, y él abrió sus ojos asustado—. Ya es tarde.
El chico camaleón manoteó mi mesa de noche buscando su teléfono.
—Es casi la ocho de la mañana, Lucecita —refunfuñó cuando vio la hora en la pantalla.
—A-rri-ba. Y es la última vez que te lo digo.
Al principio rezongó, pero luego se sentó en la cama rascándose la cabeza y bostezando sin parar.
—¿Ya sacaste a Aria para que haga sus necesidades?
—No, acabo de despertarme.
—Bueno, lo haré yo antes de que entres al baño.
En eso habíamos quedado, empezaría a cambiarme en el baño desde ahora, de esa manera el enfermo del asesino no tenía manera de espiarme. Hasta me iba a asegurar de que él no hubiese instalado ninguna cámara allí. Así de paranoica estaba, pero con razón justa: primero me vio teniendo relaciones sexuales con Noah y después me dijo que le gustaba lo que llevaba puesto.
—Oye, Aria no está en su cama —avisó preocupado.
—Debe estar debajo de la cama, suele hacer eso.
Oliver se puso de rodillas en el suelo y la buscó. Se levantó y tenía el ceño fruncido, solo con eso supe que mi mascota no se encontraba en su escondite.
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El chico camaleón
Teen Fiction«Ellos son tan diferentes: él es el sol, ella es la luna; él puede crear un cálido día, ella puede crear una fría noche; él es un camaleón de su mundo de colores, ella es una pobre cucaracha de su mundo color gris...» ⚠️ PORTADA HECHA POR: @GlowSpee...