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Cuando me da ansiedad suele pasar que me araño a mi mismo. Coloco mi cara en la almohada grito como si estuviera solo en un campo. Golpeo las paredes hasta el punto de no poder mover mis dedos y también, muerdo mi labio inferior tan fuerte hasta sacarme sangre.

Hoy es uno de esos días donde me siento un parásito, inservible.

Frank ha vuelto a quedarse en casa otra vez y no hemos hablado para nada. No es que yo hable demasiado, pero es él quien ahora se queda callado. Al parecer logré irritarlo tanto que no quiere ni molestarse en decirme algo, a lo mejor Mikey le cae mejor, o quizas mi mamá le dijo algo. A lo mejor piensa algo de mi que no es. Nunca lo sabré. Y a sabiendas de eso, como quiera sigo sobrepensandolo.

Bajo por un vaso de agua y cuando toco el piso del primer piso, escucho las voces de Mikey y Frank hablando animadamente sobre un estúpido videojuego. Me está calando de una manera garrafal que ni siquiera puedo explicar, pero mi rostro dice otra cosa. Paso de ellos y tomo el vaso con agua.

Deseo que me hable para rechazarlo e irme al cuarto, pero por más que me tardo tomandome el agua, Frank no se refiere a mí en ningún momento. Vuelvo a sentir ese dolor extraño tipo infarto y no me cabe duda de que mi corazón está roto. Dejo el vaso ahí, y derrotado, me encamino a mi habitación.

Vuelvo al parque de siempre y me pongo a llorar. Nunca había sentido eso y no me gusta para nada. Deseo que aparezca de nuevo y me platique de sus cicatrices, de mamá o de quien sea, deseo que venga a buscarme. Pero no lo hace y justo cuando veo en mi teléfono que son las 10 de la noche, me obligo a marcharme por la culpa de los mosquitos.

Ganas de ir a la licorería o buscar a Ray no me faltan, dinero sí. Me propuse a mi mismo que si encontraba unos cuantos dolares por ahí, iría a gastarlos por alcohol, pero justo casi antes de cruzar, veo cómo mi mamá se despide de él en la puerta de la casa y éste se queda solo en cuestión de segundos. Las dudas de si acercarme o esperarme a que se fuera me abarcaron.

Con la excusa de que es mi casa, decido avanzar.

- Gerard, buenas noches - sonríe al verme - ¿Dónde estabas?

- En el parque, vengo a buscar dinero.

- ¿Dinero? - empieza a rebuscar en sus bolsillos y siento la necesidad de abrazarle - ¿Cuánto?

- Es para alcohol - se detiene. Me siento con la obligación de decirle para qué quiero el dineo aun sabiendo que el resultado sería una negación.

Porque me siento atraído a ti y quiero matarlo con alcohol, quiero decirle, pero no soy lo suficientemente fuerte ni estoy ebrio como para hacerlo. Sentirse atraído al novio de tu mamá es asqueroso, pero no imposible. Solo quisiera que lo supiera de alguna forma.

- Ve a dormir - sugiere - te prometo que vendré temprano a hacerte pancakes si lo haces. Te gustaron mucho, ¿cierto?

Asiento sin decir ni una pizca de lo que realmente quiero expresar. Frank se acerca a mi y me da un abrazo, jamas me había abrazado una persona con alma bondadosa. Tampoco sabía que necesitaba un abrazo hasta ahora, así que no puedo evitar llorar tras este acontecimiento. Él lo nota y aprieta más fuerte, no me resisto y correspondo el abrazo apretando mucho más fuerte que él. No sé cuando detenerme, así que lo dejo decidir a él.

- No debes frenarte si necesitas un abrazo - me sonríe y besa mi frente - ¿Okey? - el rastro de sus labios se queda en mi frente por la eternidad. Asiento, nuevamente sin decir nada, pero ahora sí quiero hacerlo, necesito hacerlo, necesito, necesito o explotaré. Nunca me había sentido tan arrinconado conmigo mismo.

- N...-

- ¿Qué pasa?

- Nada.

Sigo avanzando a la casa y como si no hubiera otros caminos, me dirijo a mi habitación. Saco mis libretas de papel y me pongo a escribir. Una, dos, tres, cuatro, cinco páginas sobre él. Seis, siete, ocho, nueve, diez, quince páginas sobre él. Iniciando con una disculpa y después continuando con un reclamo hacia la vida misma por habermelo puesto en el peor momento. Nueve años tarde y siendo el novio de mi mamá. Aunque no miento que me dio claridad.

Frank es lo que yo necesitaba sentir en algún momento de la vida. Así que su llegada en mi vida es claramente un regalo. Un regalo de tiempo limitado para mi, para mi retiro y mi último intento de renacer desde las cenizas.

A las 5 de la mañana, fui a dejarle todos los escritos que hice para él, desde el primero, hasta el último, donde le revelaba mi mas grande sueño, que es ser rescritor. Mi segundos gran sueño que es ser fuerte y mi tercer gran sueño que es amarme a mi mismo. Eso que escribí, es todo lo que he sentido durante mis veintiun años. Tiene una que otra lágrima impregnada por ahí.

También explico ahí que jamás sentí un verdadero deseo de vivir. Que nuestra historia ni siquiera comenzó y que solo duró una semana quizás. Que me hubiera gustado probar sus labios y su mano en mi espalda una vez más. También le digo que no permita a Mikey fumar más y que se asegure de que no me odie y que su buen corazón no se dañe.

Si eso no llega a pasar, no tengo problema.

De igual manera, le dije que iba a colgarme. Que nunca encontré la paz en mi interior. Que nunca logré ser escritor, que nunca hice nada. Que mi vida no fue más que una farsa. Un error.

Mi vida empezó cuando alguien como él se tomó la molestia de hablar sinceramente conmigo y terminó con una promesa de pancakes.




*Si lees esto, es porque Gerard se convirtió en escritor una vez muerto. Sus escritos se imprimieron por una editorial en Nueva York y tuvo mucho éxito. No lo supo y nunca lo sabrá.

Pancakes [Frerard] DONEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora