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Para escribir del dolor de una persona suicida, debes sufrir como una. Sentir el auto desprecio a medida que la sangre que sale de ese corte en tu muñeca se escapa hacia el suelo en forma de gotas incesantes, ¿Qué se siente? Ardor, primeramente, luego, ese líquido se transforma en una nueva forma de llanto, un sollozo, más bien, sin necesidad de siquiera abrir la boca. Puedes estar desintegrándote en silencio, viendo cómo se te escapa la vida con tan solo un corte en vertical con la suficiente profundidad.

Una vez fuera del hospital, con tres vendajes que cortan mi circulación, puedo escribir sobre eso.

Soy del tipo de persona que no sabe pedir una pizza por teléfono porque entra en un estado de pánico increíble. Ese tipo de persona que se queda despierto hasta tarde pensando qué será de mí cuando "crezca" a pesar de ya haber crecido. El que llora seguido y que cree que ese tipo de gente es considerada débil. Ese... que solo se lamenta de su existencia sin querer hacer nada al respecto porque es inútil.

Estoy cansado de fingir que la vida tiene sentido alguno. Al menos en esta vida, y en la mía, no.

- Te voy a internar, maldito imbécil - me dice Mikey, mi hermano menor. Verlo también me recuerda la mierda de hermano que soy.

- Hazlo, ya me cansé de ir a la escuela - me encojo de hombros.

Conduce desde el hospital hacia la casa. Me encontró a mitad de sollozo sordo. No pretendía morir, solo quería escribir acerca de ello y hacerlo bien, no solamente de manera superficial. Eso es lo que hace un escritor, como yo. Ahora que lo veo con el entrecejo fruncido recuerdo nuestros momentos de niñez, en la que me la pasaba ignorándolo o hablándole mal por mi falta de paciencia. A pesar de los pésimos recuerdos que quizás tenga sobre mí, Mikey es bondadoso por naturaleza: me hacía de comer cuando no podía levantarme por la resaca, guardaba mis secretos (como este) de mamá y siempre hacía lo imposible por protegerme de cualquier regaño de mamá y hasta la fecha, a sus dieciséis años, nunca ha dado ningún problema.

En cambio, yo siempre salvaba mi propio culo, no me interesaba que lo regañaran, incluso a veces yo hacía que lo regañaran con toda la alevosía y ventaja. Le gritaba para que dejara de molestarme cuando me decía: "hermano, ¿jugamos a los muñecos?" y me mostraba sus tontos monos de superhéroes. Desde los 13 años, mi curiosidad por la muerte lenta se fue manifestando, haciendo de mi cuerpo una basura y llevándome a quien sea de encuentro. En resumen, soy un mal hermano, pero no me ha llegado la inquietud por preocuparme.

- ¿Qué le vamos a decir a mamá? - me pregunta al estacionar el auto frente a la cochambrosa casa, la cual no ha tenido mantenimiento desde hace ya 16 años que fue comprada. Si, se está empezando a caer en pedazos.

- ¿Crees que mamá es una idiota?

- No, pero si se entera te va a matar - contesta.

Es cierto. Pero ¿Qué podría decir? Los vendajes y su tono rojizo por la abundancia de sangre me delatan. Ganas de bajarme del coche son las que me hacen falta, pero ver el rostro preocupado de mi hermano me disgusta más, así que solamente me encojo de hombros y me salgo de la carcacha que tenemos por coche. Paso por el camino de piedras y toqueteo la hierva alta del jardín que me llega más arriba de los codos. Parece una casa abandonada de mala muerte, de no ser porque en las noches se ven las luces encendidas, estaría lleno de drogadictos en las noches.

Abro la puerta y huele raro. A incienso. A mamá le gustan esas porquerías, así que asumo que estará por ahí sacudiendo los polvos de la casa o intentando ser "zen", cosa que no le cree ni Dios. Mamá es la persona más agresiva que conozco, pero de cierto modo la comprendo, mis abuelos la corrieron de la casa y de hecho la odian. Tuvo que aprender a cuidarse sola y se hizo así. Además, papá la dejó.

Pancakes [Frerard] DONEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora