Piel de lobo

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Tantas fueron las veces en las que Jean se desvivió por ella, las ocasiones en las que dejó de lado sus deseos por complacer a su amada y al final del día lo único que recibió de Mikasa fue una puñalada en la espalda.

-Te quedaste viendo a la nada-Jean permanecía de pie, observando a través del ventanal las gotas de lluvia que caían al ser un día lluvioso.

Las suevas manos de Historia abrazaron la desnuda piel del ojimiel, se apreciaba el cuerpo de aquella vistiendo la camisa de Jean, la cama era un desastre.

-Las cosas que veo, lo que siento y estos pensamientos que me abruman...-Historia beso la espalda ajena, abrazaba el cuerpo de Jean.

Amaba desde hace años a ese hombre y deseaba estar a su lado, más que como una simple amiga, pero desistió de ello al ver que sus avances eran nulos. Crearse la falsa ilusión de un amor con Jean le traería mucho dolor, decidió alejarse antes de ver cómo su más grande amor terminaba sufriendo y ahora estaba segura de algo: no dejaría ir a Jean.

Fue una linda coincidencia encontrarlo en la calle, ir con él a un museo donde había una exhibición del pintor favorito de Jean y saber que aquel hombre al que amaba perdió la memoria tras un accidente.

Por supuesto que a Historia eso no le gusto nada, menos ver la cicatriz en su frente y notar el modo en el que temblaban sus manos, pero le sirvió para darse cuenta de que Jean estaba solo, sin la odiosa compañía de Mikasa.

-Este dolor que me consume va más allá de lo que puedo entender-Pasar una noche al lado del hombre que amaba no estaba en sus planes, pero Historia tampoco rechazo sus sentimientos a flor de piel al sentir las caricias ajenas recorriendo su cuerpo y pidiendo permiso para hacer más que besar.

-Estoy contigo para lo que necesites-Jean se giró, enfrento aquellos ojos de tonalidad celeste.

Con las yemas de sus dedos acariciaba el rostro de Historia, sonriéndole sinceramente. El paso del tiempo había beneficiado a aquel hombre al verse mucho más atractivo de lo que fue en un tiempo.

-Si te quedas a mi lado sufrirás, pero tampoco soy tan hijo de puta como para decir que esto fue un error de una noche. No va con mis principios-Delineaba con sus dedos el rostro de Historia.

La piel ajena era suave al tacto, fresca y con agradable aroma. Tan pequeña en comparación a él, llena de emociones que le entrego sin reservas y Jean lo único que deseaba era corresponder de la mejor forma a esa mujer.

-En la vida se sufre para conseguir lo que realmente vale la pena, tú vales mucho la pena y quiero que me permitas estar a tu lado-Historia deslizo su mano izquierda, acariciaba el rostro de Jean pese a que apena lo alcanzaba, pero no importaba eso.

-¿Segura de lo que me estas pidiendo? No hay vuelta atrás-Historia sonrió, reclinando su rostro sobre la acunada mano de Jean.

-Puedo dudar de muchas cosas: el pronostico del clima, si la comida sabrá bien o si el azul me queda, pero no dudo lo que siento por ti-Jean se inclinó, dejando en los labios ajenos un beso lleno de ternura que movió cada una de las fibras en el corazón de Historia.

-Cuando salí de la oficina no esperaba encontrarme con algo tan bueno de camino a casa-Jean abrazó a Historia, besando la coronilla ajena-Eres como hallar en medio de la calle un billete de lotería premiado, eso eres para mí.

Historia se sonrojo tanto, aquellas palabras no esperaba escucharlas y menos de la persona que llevaba años amando en secreto.

Regresar de Berlín no fue mala idea si con ello conseguía al amor de su vida, una oportunidad se le presentaba a las puertas como un regalo valioso enviado con amor.

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