Aquí y luego allá

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Por fin llegué a la estética,me senté en una silla frente al espejo y espere a que viniera alguien para que me atendiera, llegó un chico con la cabeza rapada. Me miró con tristeza.

    - ¿Cómo vas a querer tu corte? - preguntó tratando de ocultar los sentimientos que le producía verme.
    - Corto, por favor - Contesté intentando darle a entender que no me había dado cuenta de sus miradas.

Justo cuando empezó a cortarme el cabello me pidió que me pusiera el cubrebocas, me lo puse y él siguió en su rollo y yo en el mío hasta que terminó y me fuí. Al salir fui al lugar donde todo mundo sabía que entraría pero era muy probable que ya no saliera, me fuí al hospital.

Al llegar, todos me atendieron muy bien, ese hospital no era como los otros que atienden Covid, en ese a cada uno de los pacientes le asignaban una habitación privada y se les daba un trato al cien por ciento personalizado. Este hospital me asignó mi propia habitación al momento de ingresar a el, sin esperar ni un solo segundo, un buen punto para el hospital.

El registro no lo recuerdo, lo único que puedo recordar es el largo pasillo con puertas que conducían a las diferentes habitaciones pero con la peculiaridad de que las habitaciones que se encontraban en el fondo estaban vacías, no tenían luz y estaban un poco descuidadas; solo las habitaciones del frente estaban ocupadas, con luz y sumamente cuidadas. Mi habitación era la 103, cerca de la recepción y también de la parte obscura de este rincón hospitalario.

No Me Hables de COVID-19Donde viven las historias. Descúbrelo ahora