CAPÍTULO 15.

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Hola, antes de que empiecen a leer debo aclarar que este capítulo está basado en sucesos antes de lo que pasó en el capítulo anterior.

Ahora sí, ya pueden leer.

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El viento gélido golpea mi rostro y menea un poco mi cabellera.

Hoy el clima es perfecto para hundirse en un hoyo de tristeza, por esa razón vine a verla.

Toco el timbre pero nadie responde.

Decido aguardar un poco más pero siguen sin responder.

Insisto un poco más y más.

No abre. No creo que lo haga.

Miro la altura de las rejillas del portón blanco coral y una idea pasa por mi cabeza.

Me tomo de los barandales y comienzo a escalar lentamente, ella no se dará cuenta. Escalo hasta llegar a la punta y me lanzo al suelo del otro lado.

Caigo de cuclillas evitando que me duela la caída en la planta de los pies.

Avanzo a través del camino entre el pasto del patio hasta llegar a la puerta.

Decido no tocar y abro de golpe.

No diviso su figura cerca, así que reviso dentro de la cocina y en el pasillo a las escaleras.

Nada.

—¿Dónde estás, mujer...?— Susurro para mí mismo.

Camino directo al patio trasero en busca de ella.

Observo la puerta corrediza de cristal que da al patio y avanzo más rápido.

Y ahí está. Pero...

Su rostro está más pálido de lo normal. Grandes manchas oscuras se deslizan bajo sus ojos cerrados. Se ve cansada y está sentada como indio, con los brazos levantados y un poco flexionados como cuando alguien está meditando. Sus largas uñas pintadas de un color carmesí se unen con delicadeza.

Pero, hombre, eso no es lo anormal...

A su alrededor hay grandes y majestuosas esferas de agua volando y girando en círculos, tomando a Brenda como eje.

Mis ojos se abren con una grande sorpresa.

—Oh, por la madre patria...— Mi voz ronca sale con estupefacción y ella abre los ojos asustada y alarmada.

—¡Adam!— Su rostro está alarmado pero no le presto atención.

Sus ojos. Están vacíos. Antes contenían irá y recelo, pero ahora no. No hay nada. Está perdida, solo su rostro refleja la sorpresa de verme aquí.

Layla tenía razón. Está perdida.

—Brenda, qué...

—¿Qué haces aquí? No te escuché—, Habla con rapidez— ¿Por qué vienes?— Frunce su ceño y detecto enojo y recelo en él— Vete.

—¿Qué?, No— Niego con la cabeza y me acerco. Grave error.

—¡Que te largues!— Grita con fuerza.

Las esferas azuladas explotan pero a ella no la mojan, solo a mí.

Nunca le he preguntado sobre todos esos poderes y esas cosas que pasaron en el instituto. Quiero que ella tome la decisión de decirme, que confíe en mí. Pero hasta ahora no lo ha hecho.

Hace un mes me encontré con una chica que iba saliendo de su casa, lo único que me dijo fué un cálido pero distante: "Así somos, por ser de Zufiaur".

PRINCESAS DE ZUFIAUR| Guerra De Poderes. [EN CURSO✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora