CAPÍTULO 17.

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Brenda:

—Adam...— Salgo corriendo en inmediatamente la preocupación me llena— Mierda, mierda, mierda, mucha mierda.

Saco el teléfono de mi bolsillo cuando ya estoy fuera de la casa de Lucía.

—¡Maldita sea!— Grito un susurro buscando el número del chico.

Lo encuentro y marco.

Un timbrazo.

Dos timbrazos.

Tres timbrazos.

La llamada me manda a buzón y nadie responde.

Recibo una llamada. Un número desconocido.

Lágrimas inundan mi mirada.

Con manos temblorosas respondo y me llevo al oído el móvil.

—Por favor...— Empiezo a suplicar pero me interrumpen.

—Tengo su dirección, vamos— La voz fastidiada de Jonathan suena y volteo hacia atrás.

¿Los vampiros tienen teléfono?

¡Eso no importa ahora, Ana Brenda!

Jonathan me toma por el antebrazo y me lleva corriendo a un auto cerrado color carmesí.

Vamos a toda velocidad por el camino unos minutos, mientras yo marco y marco pero nadie responde.

Nos detenemos en una casa blanca de dos pisos y me bajo del vehículo de inmediato.

Tiro la puerta con los poderes y me adentro.

Y me paro en seco.

Adam en una silla, amarrado, golpeado, con sangre en todas partes de su rostro y moretones.

Tres hombres vestidos de negro parados frente a él mirándolo con burla. Uno de ellos está marcando a alguien con su móvil, y en ese momento mi celular suena.

Lo miro en mi mano y los tres hombres voltean.

La ira corre por mis venas y la dejo fluir.

—Malditos hijos de la mierda...— Susurro.

Suelto un grito horrible y los tres salen volando hacia atrás. Presa de la ira, no me detengo.

Avanzo al frente y dirijo sus cuerpos hacia mí. Cuando están lo suficientemente cerca, aún forcejeando, les mando ondas de electricidad gigantes.

Sus gritos de dolor me dan satisfacción.

—Mandenle ese dolor a Marcus, hijos de perra— Mis gritos se mezclan con los suyos pero los míos solo hacen que el poder aumente.

Me acerco a sus cuerpos flotando en el aire y los golpeo.

Un puñetazo en el rostro al moreno. Uno en el estómago al de ojos azules. Y uno en el pecho al de rizos.

Los sigo electrocutando viendo cómo sus cuerpos se retuercen y gritan.

Hasta que se detienen, están muertos.

Mis gritos cesan y dejó caer los cuerpos al suelo.

Con la respiración agitada, les doy una mirada repulsiva y me doy media vuelta.

Localizo a Adam en la silla y me acerco a él con lágrimas en los ojos. Lágrimas que no están dispuestas a salir.

Tomo su rostro en mis manos con delicadeza.

—Adam...— Susurro moviendo su rostro— Cariño, despierta, quédate conmigo, por favor...

Está inconsciente y eso me atemoriza. Toco su cuello en búsqueda de su pulso y cuando lo encuentro me relajo.

PRINCESAS DE ZUFIAUR| Guerra De Poderes. [EN CURSO✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora