Capítulo 03.

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¿Te puedes quedar? Zhan.


Lo miré con una mezcla de miedo y vergüenza, estaba por decirle que se quedara y me invente mil razones para convencerle hasta que vi como sus ojos se abrieron tanto que pareció doler. Una angustia se instalo en mi pecho cuando caí en cuenta que el los vio, eso significaba solo una cosa, sabia que era para él y podía tanto aceptarme como rechazarme. 

Cualquiera que fuera su opción no quería escucharla en ese momento, no me sentía mentalmente preparado, solo entiéndanse, viví esperando este día. Puedo parecer frío o demasiado infantil y despreocupado, pero en el fondo siempre lo esperé, siempre fui ese niño al que le brillaban los ojos cuando su mamá le contaba cuentos de como sería su encuentro con su destinado. Por lo que lo único que atine hacer torpemente, fue abrazarme a mi mismo en un vano intento de ocultarlo. 

Sabía que era imposible mientras más me miraba más destellos brillantes salían de mí cual estrellas fugaces fuesen, no podía morir de más vergüenza, era como exhibir mi corazón en una bandeja. ¡No lo conocía! ¿Como podía brillar tanto, como podía latir de esa forma mi corazón solo por el hecho de que el lo sabia? Era incoherente, irrazonable, pero aun así, en ese preciso momento, mi corazón y mi alma vibraban a la par y exponían todo mi lado más débil ante ese escueto cuerpo que a pesar de las malas condiciones que mostraba, se veía perfecto ante mis ojos.

El me miró abriendo y cerrando la boca por unos segundos, se irguió y carraspeó su garganta, su expresión me causo terror y solo baje la mirada jugando con mis manos y esperando lo que sea que fuese a decir...–tu, bueno, tu eres...– respiro hondo y lo mire por el rabillo del ojo mordiendo mi labio inferior, —yo los veo—. 

Dijo suavemente con una vos totalmente amable y apacible que hizo mis piernas temblar. Levante levemente la mirada y mantuve mis ojos en los de el asintiendo torpemente como respuesta, me sentía un niño acorralado, ni siquiera entendía mi dócil comportamiento, no soy así, pero negar que ni siquiera me importa es imposible, porque realmente tampoco pareciera intentar parecer un alfa imponente contra mí. 

Sonrió levemente y me di cuenta que lo miraba demasiado intensamente haciendo que me ocultara entre mis manos, rió y dijo, —eso significa que tú ya lo sabías—. Mordí fuertemente mi labio y baje más la mirada, —bueno, yo...—. Suspire resignado y lo volví a mirar a los ojos, —yo lo noté cuando chocamos, luego vi a esos hombres tras de ti y como sabía a qué compañía pertenecían hable con ellos...—. Me removí en mi asiento y respire profundamente dándome cuenta que dije todo demasiado rápido para ser comprensible, —vi como caíste y yo solo quise ayudarte, está lloviendo muy fuerte y no podía dejarte allí, siento si te ofendí de alguna manera y lamento mucho si te he dado una mala impresión, no era lo qu...—. Agarro mi mano y mis palabras quedaron atoradas en mi garganta cuando le mire, sonreía radiante para mí y no había ni una gota de molestia en su rostro. Rió levemente y me dijo, —¿podría enojarme con la persona que me salvo la vida? Más bien creo que el único enojado o decepcionado deberías ser Ud en este momento—. 

Dijo lo ultimo con un ápice de tristeza en su vos y mirándose a sí mismo como haciendo noción de la condición en que estaba y en como lo encontró, quería hablar pero el se adelanto, —de todas las formas que lo soñé créame que jamás fue de esta forma, con solo verlo sé que soy de una realidad muy diferente a la suya y estoy completamente seguro que cualquier individuo fuera de estas puertas habría sido mejor partido para Ud que quien tiene adelante suyo—. Sonrió con dolor en su mirada y mi corazón se oprimió pero mi cerebro es el numero uno en hacerme hablar antes de pensarlo, —entonces también soñabas con conocernos—. Eso salió con demasiado entusiasmo para el ambiente en que nos encontrábamos pero él rió sonoramente y me miró, —siempre, no de esta forma, se lo aseguro—. Fruncí el entrecejo y mis mejillas se inflaron más de lo que quise por desgracia, —tampoco esperabas que fuera alguien como yo, ¿no? Digo un omega...hombr...—. 

Al color del alma Donde viven las historias. Descúbrelo ahora