Silvia Meraz Moreno

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Es una asesina serial y líder sectaria mexicana condenada por el asesinato de tres personas entre el 2009 y el 2010, en Nacozari, Sonora. Los asesinatos se dieron en medio de asesinatos rituales a la Santa Muerte.

Silvia Meraz nació en Hermosillo, Sonora; su familia vivían en una zona marginada del municipio de Nacozari de García en Sonora, vivían en condiciones paupérrimas. A los 16 años dio a luz a su primer hijo, Ramón Omar Palacios Meraz. Posteriormente engendraría junto con su primer esposo, Martín Barrón López, a tres hijos más: Iván Martín, Francisca Magdalena y Georgina Guadalupe Barrón Meraz. Tuvo una última hija a los 29 años de edad, llamada Silvia Yahaira, de la cual no se conocen sus apellidos. Para el momento de los asesinatos Silvia mantenía una relación de concubinato con un hombre 5 años menor que ella, Eduardo Sánchez Urrieta, él tenía un hijo menor de edad, Martín Ríos Sánchez-Urrieta, producto de una relación previa.

En algún punto, Meraz Moreno se convenció de que podría conseguir favores económicos si ofrecía sacrificios humanos a la Santa Muerte.

"Silvia Meraz estaba convencida de que al ofrecer sacrificios humanos a la Santa Muerte le traería beneficios tanto en lo económico como en la salud y le daría protección a su familia, por eso persuadió al resto de la familia".

En una declaración del hijo mayor de Silvia, Ramón Omar Palacios, ofrecida a medios locales, éste refirió:

"Mataron a un chamaquito y a una señora, a dos chamaquitos... Sí me había dicho pero me di cuenta ya hasta con el último chamaquito... Mi mamá los mandaba matar según eso, no sé porque según que porque le pide la muerte... Ella y mi hermana chiquita... Que la muerte les pide que los matara en la noche, que en la noche los degollara... Mi mamá y mis hermanas (hablaban con la Santa Muerte)".

Motivada por estas ideas delirantes convenció a ocho miembros de su familia entre los que se encontraban a cuatro de sus cinco hijos: Ramón Omar, Francisca Magdalena, Georgina Guadalupe y Silvia Yahaira de tan solo 15 años de edad, su padre Cipriano Meraz, su concubino Eduardo Sánchez y otra mujer Zoyla Hada Santacruz Iriqui.

La primera víctima del culto fue una mujer de 55 años llamada Cleotilde Romero Pacheco, quien era amiga de la asesina.​ Cleotilde Romero no contaba con familiares cercanos, era vecina de la localidad quien se dedicaba a vender paletas de hielo, fue asesinada por la propia Silvia en diciembre 2009. Silvia Meraz con engaños la llevó a un paraje desolado donde la atacó con un hacha, de acuerdo a la reconstrucción de hechos Silvia Meraz indicó que le habría dicho que "recogiera un billete de 20 pesos" del suelo, cuando se agacho la hirió con una hacha a la altura del cuello.​ Habría "ofrendando" la sangre de la víctima en el monte para así obtener "protección" por parte de la Santa Muerte durante "un tiempo", quemó y enterró el cadáver decapitado cerca de la casa familiar.

La segunda víctima fue Martín Ríos Chaparro o Sánchez-Urieta, de 10 años de edad, hijo biológico de Eduardo Sánchez e hijo adoptivo de Silvia Meraz. Fue asesinado en junio 2010. En la reconstrucción de los hechos Silvia relató que emborrachó al niño, y fue su hija menor, para ese momento de tan solo 13 años de edad, quien apuñaló al menor en 30 ocasiones.​ Aún con vida lo degollaron y esparcieron su sangre alrededor del altar.

La última de las víctimas fue Jesús Octavio Martínez Yáñez, otro niño de 10 años de edad, hijo adoptivo de Iván Martín Barrón Meraz, también hijo de Silvia, por lo tanto su nieto. Él fue asesinado en julio 2010, fue reportado como desaparecido por su madre y su novio. En este crimen Silvia sostuvo al niño en frente del altar mientras una de sus hijas lo degollaba. De acuerdo a declaraciones de la propia fiscalía en este crimen tres niños de 5, 2 y 1 año habrían estado inmiscuidos de alguna forma, al menos siendo testigos del homicidio. Según las declaraciones de una de sus hijas mayores y de Zoyla Santacruz, Silvia las tenía "amenazadas" de muerte para que participarán en los crímenes.

Las pesquisas comenzaron una vez se hubo presentado la denuncia por la desaparición de Jesús Martínez, la primera línea de investigación fue que el menor pudo haber sido sustraído por una red de trata ya que según algunos testigos lo habían visto pidiendo limosna cerca de la frontera con Arizona, pero esta hipótesis se descartó. Después de cerca de 2 años de investigación se logró asociar a la familia de Meraz con este crimen, siendo encontrado el cadáver de Martínez debajo del suelo de la recámara de la hija menor de Silvia Meraz. Los otros dos cuerpos fueron encontrados en una área despoblada de 100 metros cuadrados, que se encuentra en el noreste de la ciudad de Nacozari y es aledaña a la casa de Silvia. Los peritos forenses encontraron a su vez rastro de sangre de las 2 últimas víctimas en un radio de 30 m alrededor del altar dedicado a la Santa Muerte.

Silvia Meraz y los otros 7 implicados fueron detenidos en marzo 2012, Silvia fue encarcelada en el Centro de Rehabilitación Social del Estado donde deberá pasar una pena acumulada de 180 años de prisión, el resto de los integrantes de culto mayores de edad fueron condenados a 60 años de prisión, mientras que la hija menor de 15 años fue puesta a la disposición del Instituto de Aplicación de Medidas a Menores. Según las valoraciones psicológicos efectuados en la adolescente siendo testigo y participe del culto desde temprana edad, las prácticas de éste le parecían "normales".

 Según las valoraciones psicológicos efectuados en la adolescente siendo testigo y participe del culto desde temprana edad, las prácticas de éste le parecían "normales"

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