El instituto no tardó en enterarse de mí y de Kimberly. En esta escuela los rumores corren rápido, los alumnos son extremadamente chismosos, y ni hablar de las chicas.
Me sorprendió cuando la puta que estaba conmigo el día que apareció el tornado, caminó hacia mí y dijo:
-¿Cómo pudiste? ¡Cómo!
-¿Eh?- solté sin entender.
-Pensé... pensé que teníamos algo, Dylan- chilló con fuerza.
No entendía nada, hasta que me di cueta de quién era.
-Estabas con otra, ¡y me ilusionaste!
-Dejé en claro lo de la otra vez- rodé los ojos-. Lo siento.
-¡Vete a la mierda!- me pegó una cachetada y se fue saltando en sus tacones de quince centímetros.
Eso fue ayer, y aún recuerdo las personas en el pasillo que me miraban con los ojos abiertos. Al menos deberían intentar simular que no observaban ni oían, por educación.
Resoplé mientras entraba de nuevo al instituto, otra mañana, otro día aburrido. Sinceramente, no es como si esperase algo mejor de Seattle High, puesto que es una secundaria común y corriente (sólo que con un nivel de estudio más alto que el resto). Pero es la misma mierda.
-Dylan- alguien me toca el hombro, provocando que voltee.
-¿Qué sucede Zack?
-Hoy son las pruebas para el equipo de Lacrosse, ¿te unes?
Sonreí.
Me puse mi casco y cogí el palo completamente lista para salir a la cancha. Observé como el etrenador se acercaba, evaluándonos a todos desde la punta de los pies hasta el último pelo sobre nuestras cabezas. Yo era una de las más altas entre los nuevos (siempre lo fui) y eso me hace parecer más imponente. Aunque mis delgados brazos y mis piernas finas no favorecen a la imagen.
-Si no os sentís listos para trabajar duro cuatro días a la semana, por tres horas, correr vueltas enteras en la cancha, y a morir de cansancio, pues sois bienvenidos a irse.
Un chico dejó su palo y su casco, y se retiró de la fila.
-Bien, ¿aguien más?
Nadie se movió.
-¡Comecemos!- sentenció-. ¡Cuatro vueltas a la pista! Si veo a uno caminando, agregaré otras dos.
Comenzamos a trotar por la cancha, vueltas y vueltas. Otro más se retiró del equipo. Cuado terminamos, a penas tenía aliento. Pero no iba a rendirme.
-Si queréis tirar la pelota dentro del arco, necesitáis brazos fuertes- declaró el entrenador, caminando de un lado a otro frente a los nuevos que jadeaban-. No lograremos nada con esos palillos de dientes a los que vosotros llamáis músculos. Así que quiero veinte lagartijas. Si veo a alguien detenerse, ¡agregaré otras diez!
Así, bajamos al suelo y comenzamos. Uno... dos.... tres... cuatro... cinco... mis brazos ardían, sentía como si me fuese a incediar.
Dos muchachos se levantaron y se retiraron del equipo.
-Así es. Comenzaremos quitando a los débiles- dijo el entrenador.
Cuando finalizamos, pensé que me iba a desmayar del dolor musmular. Mis brazos estaban quemándose, me dolían muchísimo.
El equipo actual de lacorsse ingresó al campo trotando con sus palos en la mano derecha, y los cascos en la izquierda. Noté a Zayn, Harry, Niall, Louis, Liam, Chace, Zack y Cameron. Pero, ¿dónde está Chris?
-Este es el verdadero equipo que llegó a las nacionales este año- explicó el entrenador, lleno de orgullo. El hombre miró a sus chicos y luego frunció el ceño-. ¿Dónde está Montgomery?
Los muchachos se miraron entre ellos.
-¡Entrandor! Lamento la tardanza- dijo mi hermano jadeando mientras corría hasta el grupo.
-Trade, siempre tarde- negó con la cabeza-. Tienes suerte de ser uno de mis mejores hombres, porque estarías fuera. Ahora escuchad, novatos. Montgomery es un claro ejemplo de lo que no hay que hacer. Ahora equipo, ¿qué ocurre con los que llegan tarde?
-Castigo- respondió Chace-. Cinco vuetas y diez lagartijas.
-Exacto, gracias Foster. Lo había olvdado, pensé que eran sólo tres vueltas- le sujetó el hombro y sonrió- bien hecho.
-Idiota- murmuró Chris-. Te mataré capullo.
-¡Ahora!- y mi hermano comenzó a correr-. Espero que tú- se acercó a mí y me apuntó con el dedo- no seas impuntual, Montogmery 2- ¿Montogmery 2?-. Pero espero que tengas su mismo talento.
Y se volteó.
-¡Iniciaremos un partido para ver de qué estáis hechas, niñitas!
Volví de la prueba arrastrándome, literalmente. Estaba exhausta. Pero entré.
Llegué a la habitación antes que todos, y me duché rápidamente. Me miré en el espejo, desnuda, y pude notar que mis pechos estaban rojos, casi morados. Seguramente por la faja. Me dolían.
Decidí ponerme una remera suelta, sin la faja para ver si podía recuperarlos, hacer que dejasen de lartir. Cuando salí de la habitación, eran las siete de la tarde, y en dos horas tendríamos que ir a cenar. Por lo que tenía tiempo de sobra.
Entonces decidí ir a caminar. Los parques de la escuela estaban vacíos, no rondaba ni un alma. Los alumnos deben estar duchándose, en sus habotaciones. O estudiando.
Me senté en una enorme roca, frente a un pequeño estanque que no pensé que existiría aquí en el instituto. El sol se estaba ocultando dejando a su paso un presioso tono anaranjado, y la luz comenzaba a desaparecer.
Me quité la gorra que me daba comezón, y mi cabello cayó en un perfecto alisado. Dejé escapar un suspiro. Quiro volver con Luke y Bruce, pero debo soportar. Por un mejor futuro.
Esuché el crujir de unas ramas a de trás de mí. Me volteé rápidamente.
-¿Dyna?- dijo una voz que conocía completamente.
-Harry.
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Fingiendo ser un Chico (Harry and Zayn)
Teen Fiction-¿Quién eres?- inquirió aquél con rizos castaños, y una sonrisa imperialista. -Y-yo soy…- farfullé. Mierda, los chicos no tartamudean ante otros muchachos. Concéntrate, concéntrate, concéntrate. -Soy Dylan- estreché mi mano, intentando que ésta no...