Capítulo 6 - Encarcelada

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Narra Selenix de Xsnoris

La primera vez que lo sentí en mí, me conmoví de una manera inexplicable. Desde el momento supe, aunque pareciera extraño, que sería un varón; el próximo heredero al trono. En un momento, cuando su majestad se enteró, mostró cierta simpatía y hasta pude notar un esbozo de orgullo, sentía que todo era perfecto hasta ese momento. Comencé a preocuparme solo por mi bebé, le leía grandes historias fantásticas, podía sentir que me escuchaba, ¡qué criaturita más tierna y dulce! ¿Saben por qué le puse el nombre de Blazh? Porque significa dulce, agradable y dispuesto a escuchar. Y mi bebé era así.

Pero toda la dicha comenzó a cambiar repentinamente, sus gritos, maltratos y golpes comenzaron a hacerse presentes. Yo trataba de protegerlo, le decía mentalmente que todo estaba bien, que no escuchara los gritos, que pronto todo iba a pasar.

Me dolía, me lastimaba cada golpe que recibía, era como si él, quisiera hacerme perder a su heredero, y al final lo confirmé; no me pregunten cómo, porque solo lo supe. Traté tantas veces de hablar con él, con el más grande y profundo de los respetos me dirigía a su majestad, pero Erich de Xsnoris había cambiado, su habitual semblante amable y caritativo había sido reemplazado por una máscara negra y muchas sombras, poco a poco comencé a sentir su odio hacia mí; ya no me escuchaba, abusaba del pueblo, y se había vuelto un completo ruin, déspota.

Yo, la gran Selenix de Xsnoris, no podía comprender su repentino cambio de proceder. Era como si, de forma misteriosa, el gran Rey con el cual contraje nupcias, se hubiera dividido en dos seres, y el malvado lo hubiera suplantado.

Los golpes, y el dolor, me decían con cada mes que pasaba, que mi bebé y yo misma no aguantaríamos por mucho tiempo más. Sin nadie que me ayudara y amparase, había sucumbido a la peor de las fosas, y era silenciada cada día un poco más con cada tortura que me tocaba aguantar. Quería que mi bebé aprendiera a ser valiente, que resistiera a todo lo malo que lo rodearía, pero ese día sentí que él se me escapaba. Y así, fue. Mi bebé murió, o eso me dijeron.

Me encarcelaron en un calabozo, me acusaron de haber traicionado al Rey y de atentar contra su heredero, me acusaron de homicidio.

La que más ha sufrido durante todo este tiempo he sido yo, ya han pasado 16 años, mi hijo sería ahora todo un jovencito. ¡Si tan solo pudiera salir el sol para mí!, ¡si tan solo pudiera salir de esta niebla en la que mi corazón se abandona!, si tan solo pudiera volver a ese día y ver su rostro; sentir sus manitos, ¡comprobar por mí misma su deceso! Me dijeron que murió, me dijeron que yo lo maté, que fui débil y atenté contra su vida. Pero los mismos que me juzgaron, son los que saben la verdad, de todo esto. Yo lo amaba, todavía amo a mi pequeño príncipe, a pesar de nunca haberlo conocido.

Otro día más, horas que terminan muriendo, soles que se apagan, tinieblas que me alumbran en la penumbra.

¡Horrible juego de la vida, que me aprisiona y me martiriza, si tan solo pudiera visitar su tumba y ver las flores que nacen desde su lápida, porque a pesar de estar muerto, él, mi pequeño bebé, puede dar vida! 

¡Horrible juego de la vida, que me aprisiona y me martiriza, si tan solo pudiera visitar su tumba y ver las flores que nacen desde su lápida, porque a pesar de estar muerto, él, mi pequeño bebé, puede dar vida! 

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PatyFlor

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