CAPÍTULO NUEVE.

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Empecé a correr hacia la biblioteca, al llegar me encontré a los chicos saliendo de allí.

—¡Cami!— gritaron.

—Chicos, debemos ir con Billy. ¿Entienden? No quiero que vaya y se enfrente a Eso solo.

—Eso haremos, iremos todos juntos.— me dijo Beverly, tranquilizandome. Empezamos a irnos hacia la casa Neibolt.

—¿Ya tienes un plan?— pregunté mirando a Mike, estábamos en el auto de Ben.

—Haremos el ritual allí, es en el único lugar donde se puede hacer esto. ¿Traen sus artefactos?— todos asentimos.
Bajamos y vimos a Bill a punto de entrar a Neibolt.

—¡Bill!— lo llamé, él se dió vuelta y nos miró.

—¡N-No chicos! Yo i-i-inicié todo esto, es m-m-mi culpa que e-e-estén aquí. Ésta maldición, ésta cosa está dentro de ustedes y empezó a crecer el día que los obligué a ir a los b-baldíos porque solo quería encontrar a G-G-Georgie. Ahora voy a entrar ahí y no se que va a pasar pero no les pediré que lo hagan...— Beverly se agachó y agarró un fierro.

—Bueno, no te estamos preguntando.— dijo mirándolo.

—Bev...— la mencionó.

—Antes no lo hicimos solos, Bill, y no lo haremos solos ahora.— dijo Mike.

—Los Perdedores siguen juntos.— habló Ben y sonreí cruzandome de brazos, mirando a Bill. Me acerqué a él y le acomodé la camisa a cuadros.

—Vamos a demostrarle a ese Payaso que se metió con las personas equivocadas.— susurré, sonrió un poco y un silencio se formó entre el grupo.

—Oigan chicos, ¿alguien quiere decir algo más?— rompió el silencio Eddie. Me separé de Bill poniéndome al lado de él.

—Richie lo dijo muy bien la última vez aquí.— dije.

—¿Si?— dudó Richie.— ¿“No quiero morir”?

—No, eso no.— lo miré.

—¿“Suerte que no medimos penes”?— rodé los ojos.—...¿“Hay que matar al payaso”?— sonreí asintiendo con la cabeza. Richie se puso firme y una cara seria.—Hay que matar al payaso.

Entramos y los chicos tenían linternas por lo cual las prendieron, yo como la primera vez que entré, agarré la mano de Bill entrelazandola para sentirme mas protegida.

Hace años que no entro aquí...

—Uhm, me encanta su nueva decoración.— dijo un Richie sarcástico.

—Beep beep Richie.— lo calló Beverly.

Seguimos caminando.

—Aquí...— indicó Bill, ambos entramos a una habitación junto con Eddie y Richie. Esto me hacía recordar cuando entramos los cuatro solos hace veintisiete años atrás.

—Aquí es el sótano, ¿no?— preguntó Richie marcando con la linterna una puerta abierta.

Escuchamos un grito de dolor de Ben y nos pusimos en alerta.

—¿¡Ben!?— grité, iba a salir para ver pero la puerta se cerró sola. Bill, Eddie y yo empezamos a golpear la puerta gritando el nombre de Hanscom.

Se escuchó otro ruido y nos callamos, miramos el refrigerador y éste se estaba moviendo. Los chicos y yo nos alejamos hasta chocar contra la pared.

—¿Qué pa-pasa?— pregunté nerviosa.

—Eso no es bueno, ¿verdad?— dijo Richie.

El refrigerador se abrió dejándose ver a Stan enroscado.

𝗦𝗧𝗔𝗬 - 𝗯𝗶𝗹𝗹 𝗱𝗲𝗻𝗯𝗿𝗼𝘂𝗴𝗵 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora