CAPÍTULO DOCE.

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—Richie, ¿me haces el favor de llevarme a mi casa?— pregunté cuando estaba acomodando mi bolso.

—¿Por qué no? Claro que sí.— respondió y le sonreí.  Ya cuando Richie arregló sus cosas bajamos de las escaleras y nos encontramos con Bill.— Si quieren estar a solas, yo...iré a poner las cosas en el auto.— Richie se fue, intenté agarrarlo pero no pude. Bufé.

—¿Qué te sucede? desde que llegamos aquí estás distante conmigo. ¿No te gustó el beso? ¿Te arrepientes?— me miró.

—Sí, me arrepiento.— confesé, frunció el ceño.— ¡Joder, Bill! Tienes esposa, ¿entiendes eso? No podemos besarnos como si fuera que no estuvieras con ella.— dije.— ¿Sabes que después de qué me vaya nosotros no nos veremos más, no? Tú estarás con tu esposa, una vida genial con ella, la harás feliz... mientras que yo seguiré con mi rutina.

—Cami...

—¡Nada de Cami!— reproché, éste se acercó a mí y me agarró de las mejillas.

—¡Maldita sea, estuve con ella porque quería superarte!— confesó.— Cuando creí que iba hacerlo, Mike me llamó para esto ... y cuando te vi, me olvidé de todo, traté, juro que traté de olvidarte, pero no pude. Hace veintisiete años vengo pensando en ti. Y ahora que te veo aquí de nuevo, conmigo...diré que no quiero que te alejes de mí, no quiero perderte de vista para siempre.

—...¿Y por qué no me fuiste a buscar? ¿Y por qué no lo hiciste? Los últimos días que nos vimos cuando teníamos trece años te enojaste conmigo porque me iba, en vez de hacer un esfuerzo para que me quedara contigo. — solté.

—¡Eso pasó cuando eramos chicos! Por esa razón, no quiero equivocarme de nuevo.

—Hubieses pensado en eso antes, Bill.

—Chicos...— Ben y Beverly nos interrumpieron, me separé rápido de Bill y miré a los chicos.— Ya nos tenemos que ir.

Salimos del hotel y puse mis cosas en el baúl del auto de Tozier. Éste había ido a dar una vuelta cuando Bill y yo “hablábamos” y regresó cuando ya estábamos saliendo.

Miré a los chicos y sonreí, nos abrazamos entre todos.

Al separarme miré a Bill.

—Suerte con tu esposa.— sonreí falsamente.

—...Gracias. Adiós Cami.— se despidió y suspiré, entré al auto y miré por, quizá, última vez a los perdedores.

Los iba a extrañar.

Ellos sonrieron y sacudieron su mano, Richie arrancó y nos fuimos.
Un silencio se apoderó dentro de vehículo, saqué una caja de cigarrillos, saqué uno y lo prendí para después fumarlo.

—¿Sabes cómo sacar tu tristeza?— pregunté mirándolo. Él negó con la cabeza.— Con música.— prendí el Stereo y la música en la radio empezó a sonar.—¡Oh, es mi favorita!— exclamé y empecé a mover mi cabeza.

La música inundaba mis oídos y eso me agradaba. Miré a Richie y éste estaba sonriendo por lo cual sonreí. Bajé el volumen de la música.

—Así que ... ¿qué se siente volver a tú rutina?— sacó tema de conversación.

—Una mierda, prefiero estar en Derry durante años.— bromee.

—¿Por qué?— rió.

—No quiero...no quiero que me veas como una zorra.— apoyé mi brazo en la ventana del auto.

—Eres mi amiga, no lo haré. O como quieras, si no quieres contarme no lo hagas... no quiero que te sientas incómoda.

—Yo...trabajaba como stripper, pero hice que me echaran porque tenía más ganas de venir aquí que quedarme en un lugar donde no me agradaba. Pero solo lo hago por trabajo.— conté.

—Oh, pues...a mi me gustaría verte bailando como stripper.— bromeó y reímos, lo golpeé levemente en el hombro.

—¡Eres un imbécil, Rich!

—Lo sé lo sé.

Llegamos a mi casa y suspiré mirándola. Agarré mi bolso y miré a Richie.

—Oye, seguiremos hablando...¿no?

—Obvio que si, Cami.— sonrió y lo abracé fuertemente.

—Eres un gran amigo, Rich...— murmuré— Hasta luego.— bajé del vehículo y saqué mis llaves, abrí la puerta y escuché el claxon del auto de Richie y se fue.

Suspiré y entré, cerré la puerta de nuevo y prendí la luz. Tiré el bolso al sofá y cuando caminé pisé una hoja. Bajé la mirada confundida y decía.

“Para Cami, de Stan”

Me agaché y la agarré, era una carta mas que nada. Me senté en la silla y la abrí, saqué una hoja y empecé a leerla.

“Queridos Perdedores:

Sé lo que esto debe parecer, pero no es una nota suicida. Probablemente se preguntarán, ¿por qué lo hice? es porque sabía que estaba asustado para volver, y si no había unión, si estando vivos no estábamos unidos. Sabía que moriríamos, así que hice la única jugada lógica. Me retiré del juego, ¿funcionó? Si están leyendo esto conocen la respuesta. Viví toda mi vida con miedo, temiendo lo que podría llegar hacer. Temiendo lo que podría dejar atrás. Que no les pase, sea quienes quieran ser, siéntanse orgullosos. Y si encuentran a alguien digno de amar, jamás, JAMÁS, lo dejen ir. Sigan su propio camino, a donde sea que los lleven. Consideren ésta carta una promesa. Una promesa que les pido que hagan, a mi, a cada uno de ustedes un juramento. La ventaja de ser un “Perdedor” es que no tienes nada que perder. Así que sean auténticos, sean valientes, hagan frente, crean, y nunca lo olviden. Somos Perdedores, y siempre lo seremos.

Con cariño y amor, hasta pronto.
-Stan”

Mis lágrimas no paraban de caer, entonces besé la carta y la puse en mi pecho.

—Oh Stan, si supieras que siempre fuiste valiente...— murmuré.

𝗦𝗧𝗔𝗬 - 𝗯𝗶𝗹𝗹 𝗱𝗲𝗻𝗯𝗿𝗼𝘂𝗴𝗵 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora