Cap 11 | El cambio radical.

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Poco después me vi obligada a empacar para esperar que me venga a recoger mi padre, para así ir al aeropuerto.

Ni se imaginan la rabia, tristeza y decepción que siento.
Saber que no voy a ver a mi tía hasta no sé cuándo, me hace sentir de lo peor, en serio espero que ella haga algo para que vuelva a vivir con ella, ojalá.

Ahorita es de tarde y estoy esperando en la sala con mi tía a que llegue mi padre.

Las dos estamos bastante nostálgicas, soy la única que tiene lágrimas en sus mejillas, y se que ella se está conteniendo...La amo tanto, no la quiero perder, esto es tan desagradable...

Alguien abre la puerta, es él. Se lleva las maletas al auto y se queda allí esperando que me despida de mi tía, por lo menos me dejó despedirme de ella...

―Bueno, mi corazón. Quiero que sepas que siempre estaré contigo, en cualquier parte que estés, siempre iré a tu lado guiándote por el buen camino, por que tú eres mi princesa y eso nunca cambiará. Esto me duele y mucho. Pero esto no es un adiós, esto es un hasta pronto.― Me abrazó con lágrimas en sus ojos, pues ya no sé contuvo. ―Mi niña, te amo. Pronto estaremos juntas en un sillón frente al televisor viendo una peli, y comiendo palomitas con refresco.― Me sonríe al despegarme de sus brazos con dulzura.

―Tía, no me quiero ir. Te voy a extrañar mucho, mis días sin ti no serán iguales... Te amo con mi vida, y quiero que sepas que para mí, mi única madre eres tú y siempre lo serás.― Nos volvimos a abrazar tan fuerte que hasta podía ver a través de su alma.

―Y tu la hija que nunca tuve. Bueno ya se está haciendo tarde y tienes que irte.― Me regala una sonrisa mostrándome sus dientes blancos y perfectos.
Nos damos un último abrazo, ella me bendice y bajo las escaleras para irme cuando...

―¡¡NATALIA!!― Escucho dos voces que se acercan rápidamente a mí.
Volteo y sonrió al saber quienes son.

―¿Víctor? ¿Amanda? ¿Que hacen aquí?― Les sonrió con una emoción y nostalgia muy notable.
―Queríamos despedirnos...― Habla Victor con una sonrisa triste en su rostro ―Si sé que ya nos despedimos en el convivio de despedida que te hicieron el viernes, pero es que queríamos verte hasta el último segundo. ― Culmina.

Eso hizo que se me salieran unas lágrimas con una sonrisa nostálgica.
―Oh Naty, te voy a extrañar un mundo, aunque te conozco hace poco eres la mejor amistad que he tenido en toda mi vida.― Me abraza Amanda, con lágrimas en sus ojos.― No te olvides de mi, ¿Si? Te quiero, espero que nos veamos pronto― me despega de sus brazos y me regala una sonrisa.

―Te quiero aún más, Amanda. Te extrañaré mucho, nos veremos pronto amiga.― Le devuelvo la sonrisa.

―Natalia, en este poco tiempo que te conozco me he dado cuenta que eres una chica increíble, con lindos sentimientos, fuerte, valiente, linda, única, especial.― Me abraza Víctor. ― Espero volvernos a ver, te quiero y te extrañaré, enserio. Te enviaré mensaje todos los días― Me acaricia el cabello.

―Yo también, eres un gran chico, espero que te vaya muy bien.― Le sonrío.

―Bueno chicos ya me tengo que ir, los quiero muchísimo―. Los abrazo a los dos para después mirarlos a los ojos, para que nunca se me olviden sus miradas...

Me dirijo al auto con nostalgia y me subo en el.
―¿Lista para irte a Miami?― Me sonríe papá. Ush, que hipócrita es.
―Como sea, arranca y listo.― Le lanzo una mirada cortante y asiente.

Pasaron algunos minutos cuando llegamos al aeropuerto.

Sin ánimos me bajé con mi pequeño bolso que llevaba en la cintura, donde van mi celular, audífonos, lentes, chicles, un brillo labial y el cargador.

Papá se bajó del auto poco después sacando todas las maletas poco a poco.

Un minuto después llegó un chico con uniforme (que supongo aquí trabaja) y se las lleva.

Entramos y caminamos un poco para llegar en un espacio que parecía una mini cafetería.
Habían unos sillones marrones en los alrededores, nos sentamos.

Ordené unas galletas de chocolate acompañadas con un Latte Macchiato. Papá por su parte pidió unos Doritos y una gaseosa.

Cuando llegaron nuestros pedidos nos disponemos a ingerirlos.

―Hija.
―¿Umm?
―Te quiero.
―Si, claro.
―No, enserio, te quiero.
―Esta bien.
Corto la conversación por qué la verdad ni lo quiero ver.

Pasaron horas, ya de verdad me estaba aburriendo, hasta puedo decir que odio este lugar.

Hasta que hicieron por 19922882 vez un llamado para abordar una aeronave, pero esta vez era nuestro vuelo, así que nos dirigimos al hangar para abordar.

Minutos después ya nos encontramos en el interior del avión.
Oh, este avión sí que es grande y hermoso.

Seguimos caminando y nos adentramos más a este.

Nos sentamos en nuestros respectivos asientos, yo en la ventana y mi papá a mi lado.

Me puse los audífonos, coloqué música y me metí un chicle a la boca.

Horas más tarde...

Nos bajamos del avión dirigiéndonos hacia el interior del aeropuerto, aunque este no era el de nuestro destino, ya que teníamos que tomar dos vuelos.
Nos adentramos, esperamos y poco después ya estábamos en el segundo vuelo.

Horas después...

Llegamos a nuestro destino. Por fin. Estoy demasiado cansada.

Cuando llegamos a la casa ya era de noche y nos adentramos cada uno en su respectiva habitación, poco después cenamos y me tiré en la cama.

Observo el lugar y es una gran habitación. Tiene luces neones con formas de estrellas y nubes por todas las paredes de color morado y azul, un tocador súper lindo, con diseños en los bordes y varios accesorios en ella.

En el cabezal de la cama, en la pared dice: NATALIA.

Wow, eso sí que no me lo esperaba, las letras también tenían la misma decoración, la cama era matrimonial y muy suave.
Pero sin dudas no era lo mismo sin mi tía, ni mil lujos haría que la dejara de amar.

Y esta casa es una mansión, pero me vale.

Algo que me enseñaron de chica es que lo material no lo es todo, no obstante el ser humano le da mucho valor.
La familia es primero, el amor, la amistad, los valores, no el dinero ni los lujos, eso es algo secundario.
Ah y por cierto, la que me enseñó eso fue mi tía, por si creían que era mi madre, sigan soñando.

Al rato de darme un baño y perderme entre las sábanas me quedo super dormida, el cansancio me venció.

A la mañana siguiente...

Abrí mis ojos poco a poco con lágrimas en ellos, pues estaba demasiado triste.

No me levanté hasta que me sentí lista. Me duché, desayuné, y pasé todo el día encerrada en mi cuarto escuchando música...

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La oscuridad que dejó ver mi luz©✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora