Me han dicho que el hombre de mi vida aparecerá cuando menos me lo espere, pero… ¿cuánto tiempo tengo que no esperármelo para que aparezca?
Os seré sincera (un día es un día): me he pasado media vida (quizá más) buscando a un hombre. He compaginado la búsqueda con otras tareas, no os vayáis a creer que ha sido una misión exclusiva en todos estos años, no. Mientras buscaba el Santo Grial también comía, dormía y hasta, por épocas, trabajaba. Sé que estaréis pensando: «Menuda obsesiva es esta mujer». Bien, me alegra que nos vayamos conociendo.
He de decir en mi defensa (suponiendo que haya habido algún ataque, lo que por ahora no me consta) que:
1. Con los años, las cosas han cambiado radicalmente (yo soy muy supermegaextrema).
2. La culpa la tiene la sociedad (expresión conocida también como «echar balones fuera»).
3. La culpa, además de la sociedad, la tiene él, que se ha agazapado en algún lugar recóndito de la geografía mundial para que no lo encuentre.
Lo imagino escondido en una cueva en el Tíbet, alimentándose a base de bayas y durmiendo sobre un lecho de hojas secas. Y todo por miedo a salir de su escondite y ser encontrado por mí, arrastrado hasta mi casa, obligado a convertirse en mi novio formal y a ser el padre de mis hijos (de muchos, muchos hijos), y además rapidito que se nos acaba el tiempo.
Pues mira, si estás leyendo esto (allí en tu cueva), que sepas que ya lo has conseguido. Ya no me interesa encontrarte, así que puedes salir tranquilo izando una bandera blanca. Estás fuera de peligro. (Y yo qué sé, igual cuela).
Un día despiertas y descubres que estás dedicando tu vida a encontrar a tu alma gemela, media naranja, compañero de viaje… (inserte aquí los lugares comunes que falten). En definitiva, un hombre. Pero ¿esto qué es? ¿Cómo nos la han colado así? Que no digo que enamorarse no sea divertido y puede que hasta mágico, pero no es algo que uno pueda perseguir. Y sobre todo, llegar a pensar que la felicidad está directamente relacionada con encontrar a un ser humano que ni siquiera sabemos si existe (en serio, puedes salir de la cueva sin peligro) implica condicionar nuestra vida entera y encorsetar los millones de posibilidades de felicidad que tenemos a nuestro alcance por el simple hecho de estar vivas, sin más, sin necesidad casi de otra cosa.
Y todo esto lo digo con conocimiento de causa, de muchas causas, de un huevo de causas; vamos, creo que he tenido más citas intentando desenmascarar al supuesto hombre de mi vida que casi cualquiera de vosotras. No es que sea competitiva, es que soy constante y han sido muchos años de especialización.
CÓDIGO DE CONDUCTA PARA CITAS A CIEGAS
Hubo un tiempo en el que, ante la falta de expectativas en lo que a hombres se refiere, empecé a decirles a mis amigos, medio en serio, medio en broma, medio bastante en serio, que si conocían a algún chico soltero interesante que creyeran que podía congeniar conmigo, me lo presentaran. Tras meses sin noticias positivas al respecto, les dije que bastaba con que fuera soltero e interesante. Al cabo de casi un año, mis exigencias se habían reducido a que simplemente fuera soltero… o que su mujer viajara mucho.
Fue una época en la que me dediqué a quedar con todo el mundo, sin filtrar demasiado, convencida de que el destino decidiría por mí, cuando lo más probable es que el destino estuviera a otra cosa, sin hacerme ni puñetero caso, de cañas por las tabernas junto con otros destinos, probablemente con los vuestros, que por eso estáis leyendo esto. Fueron tantas las decepciones vividas que acabé confeccionando mi pequeño código de conducta para las citas a ciegas. Pura supervivencia de soltera.
Llamada de emergencia
Consiste en tener a una amiga preparada para llamarte a una hora concreta e inventar una excusa por la que tienes que salir corriendo y abandonar a tu cita. Esto es absolutamente estúpido, cobarde e infantil y yo lo he hecho mucho.

ESTÁS LEYENDO
El Amor Se Me Hace Bola
Romance«Me han dicho que el hombre de mi vida aparecerá cuando menos me lo espere, pero… ¿cuánto tiempo tengo que no esperármelo para que aparezca?». El amor ya no dura mil años. A pesar de la presión social, cada vez son más las mujeres que no siguen los...