Mi reloj biológico estallará en cualquier momento. No sé si cortar el cable rojo o el azul.
Decía una ministra hace un tiempo que «la falta de varón no es un problema médico». Pese al cinismo de esta afirmación, es cierto, aunque algunos traten a las solteras como a enfermas («tú lo que necesitas es un hombre que cuide de ti»). Pero ¿qué se supone que puede hacer una mujer que no tiene pareja si desea tener un hijo? Según andan las cosas, gastarse una pasta que no todas tenemos. Por mucho que queramos —o simplemente hayamos asumido— permanecer solteras en este momento, con el tema de la maternidad todo se complica. Y no digo que en pareja la maternidad no sea complicada, pero al menos ya tienes claro con quién quieres tener un hijo. Las demás nos encontramos con unos cuantos problemas:
La cuenta atrás
Llega un punto en el que, si no lo tienes claro, es tu biología la que se encarga de elegir el momento. Porque tú has estado esperando a que apareciera el padre ideal y ahora, rondando o superando los cuarenta, descubres que ese hombre puede que no exista, o no exista para ti, o te estés quedando sin tiempo para seguir buscándolo. Y lo del padre ideal es bastante infantil, como lo es el hombre ideal y pensar que nosotras seríamos madres ideales o parejas ideales, pero yo qué sé, existe tanta intoxicación cultural que quizá hayamos perdido demasiado tiempo en elucubraciones absurdas.
El candidato
La imagen que tuve durante años del padre ideal podría pertenecer perfectamente a un anuncio de seguros. Yo, que me las doy de moderna, de mujer de mi tiempo y de liberada, me encontraba fantaseando con un hombre de pelo canoso y jersey de lana que le tiraba la pelota a un perro labrador en un muelle y sujetaba a mi hijo de los brazos para darle vueltas mientras ambos reían. Yo observaba la escena desde lejos con una sonrisa; una sonrisa de madre sabia, con experiencia y con la tranquilidad de que mi hijo estaba en buenas manos.
Lo que ya no me tranquilizaba tanto era: ¿por qué lanzarle una pelota al perro en un muelle? Creo que mezclo recursos publicitarios: ¿no es un poco peligroso que la pelota caiga al mar y el perro vaya detrás? Antes de que el perro acabe ahogado y mi hijo se convierta en un niño conflictivo por no haber podido superar el trauma del muelle, sería mejor llevar el plan del perro y la pelota a la playa. Sí, siguiente fantasía estúpida: los tres con los pantalones remangados riéndonos y jugando a perseguirnos por la orilla.
También me gusta la escena del padre en la bici llevando a mi hijo detrás; una imagen que veo a menudo. Sin embargo, cuando me paro a pensar qué hubiera pasado si alguno de mis exnovios la hubiera llevado a cabo, se me corta la respiración de golpe. Creo que todos ellos se habrían estampado en algún bordillo a los diez metros de salir de casa, y no es que insinúe que no me fío de los hombres con los que he salido, es que lo afirmo rotundamente.
Otra situación que me fascina es la del padre contándole un cuento al niño en la penumbra de una acogedora habitación con pósters de animales, lámparas con dibujos, una alfombra de colores y flores en el balcón (la decoración que he elegido podría generar un trastorno psicológico a ambos debido al exceso de estímulos visuales).
Otras veces sueño con llegar a casa y encontrarme al padre de mis hijos haciendo una tarta sorpresa para mí con el delantal manchado de caramelo y nuestro hijo pequeño en brazos, mientras la niña mayor termina de dibujar un enorme corazón de chocolate. Y encima ha hecho la cena para todos, ha limpiado la cocina, ha puesto la lavadora y ha planchado (y todo esto con el niño pequeño en brazos). Y luego cenamos los cuatro para celebrar mi vigésimo quinto cumpleaños (es mi fantasía y cumplo la edad que me da la gana).
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El Amor Se Me Hace Bola
Romance«Me han dicho que el hombre de mi vida aparecerá cuando menos me lo espere, pero… ¿cuánto tiempo tengo que no esperármelo para que aparezca?». El amor ya no dura mil años. A pesar de la presión social, cada vez son más las mujeres que no siguen los...