Capítulo XV

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—Los algodones son hermosos, señora Baker, pero las caléndulas le darán un poco más de color a su jardín personal. ¿Dónde están las niñas?

—Están en el lago, junto con mi doncella.

—¿No se han mostrado mortificadas? —la anciana negó. Jasmine sonrió satisfecha—. Muchas gracias por la hospitalidad.

—No hay de qué, jovencita—la mujer le dio una sonrisa que no pudo descifrar. Le había sonreído de aquella forma desde la primera vez que la vio—, las amigas de mi Úrsula, son mis amigas.

—Eso es muy bonito, señora Baker—sonrió risueña—. Iré a buscar a mis dos tortolitos—se dio la espalda.

—Es increíble el curso que toma la vida, de forma irónica y....trascendental—Jasmine se giró para verla con interés—. Mi hija, la antigua vizcondesa de Sutherland, era muy cercana a una mujer demasiado similar a usted. Al igual que mi Úrsula, usted es como...un retrato fiel y exacto de la archiduquesa de Austria— Jasmine se irguió al escucharla. Su sonrisa se tensó—. Honestamente, no sé cómo ambas han acabado entablando una amistad, puedo imaginarme los motivos por los que se han mantenido ocultas. Mi pequeña Madeleine era muy risueña y su madre era una mujer muy inteligente y elegante. Ambas tenían una fuerte amistad a pesar del conflicto de las casas. De hecho, Úrsula estaba prometida antes de nacer a su hermano, el príncipe regente. Ambas querían unir a las casas en conflicto. Pero la muerte de los archiduques....la desaparición de mi hija...ahora sé que no han sido una casualidad—tapó su boca para evitar que la joven la viese llorando—. No hay día en que no me reproche haber dudado de ella.

Jasmine la escuchaba con atención, digiriendo toda aquella información con lentitud y grabándola en su mente. Sonrió y se acercó a la anciana para tomar sus manos.

—Agradezco sus palabras. Sin duda alguna, el destino es incierto para el humano, pero claro para el que lo traza y traspasa la muerte y la vida. Puede estar tranquila, porque la muerte de ambas mujeres, no caerán en saco roto—le sonrió. La señora Baker rodeó sus manos con las suyas y le dio una mirada de agradecimiento, por consolarle y reconfortarla con sus palabras.

Aquello era más grande que ella y del resto. Era indudable, que tanto su madre como la madre de Úrsula habían trabajado en consolidar la unión de ambas casas, pero que había alguien que nunca deseó que esas uniones se efectuaran. Lo meditó durante toda la tarde, mientras caminaba hacia el riachuelo donde se hallaban sus rehenes y se sentaba a la orilla del agua para verlas. Sonreían, ajenas a lo que su partida significaba. Posó sus manos en el pasto e inevitablemente pensó en lo que pudo pasar.

Si lady Madeleine no hubiese sido desaparecida al enterarse de la conspiración de su cuñado, su hermano se hubiese visto en la obligación de contraer matrimonio con su futura hija, no se hubiese desposado con aquella mujer, estuviese vivo y ella estuviese casada con el príncipe de Kent, quizás Úrsula y ella fuesen amigas y no tardarían en conocer a Agnes, quien era la hija del primer ministro y empatizar con ella también. Sería feliz y viviría tranquila. Todas lo hicieran, ninguna hubiese pasado por aquella calamidad de no ser por la lucha de poder tan injustificada y banal de terceros, que ordenaban y ejecutaban sin detenerse a ver los daños de sus actos.

—Tú estás aquí muy tranquila y Cristopher anda buscándote como un león hambriento busca a un ciervo—Úrsula se sentó a su lado y suspiró—. Ayer fue a mi casa e hizo que Bari echara todo su experimento al caño, justo cuando iba a dejar de encerrarse y estar conmigo. Ahora se ha vuelto a encerrar. Cristopher Es un desgraciado. Tiene suerte de que Bari...me haya consolado un poco—sonrió con picardía al recordarlo. Miró a Jasmine, pero esta estaba con la mirada perdida en el riachuelo. Frunció el ceño—¿Jasmine?

JASMINE: BELLADONA (SERIE FEMME FATALE #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora