JASMINE: BELLADONA (SERIE FEMME FATALE #3

CAPÍTULO XXVII (FINAL)

Separó sus párpados con mucha dificultad, pero con una fuerza de voluntad que lo sobrepasaba. Jasmine lo había envenenado. No lo suficiente para matarlo, pero sí para adormilar sus sentidos. Sintió que alguien tomaba su nuca y le colocaba un metal frío en los labios, el líquido los remojó, pero se negó a abrir la boca. La habitación estaba poco alumbrada y su vista estaba borrosa. Sólo escuchaba uno que otros murmullos.

—Si quiere recuperarse, debe tomarlo—escuchó la voz de una mujer y trató de enfocarla. Unos ojos esmeraldas, muy intensos, eso fui lo único que logró atisbar.

Luego nada.

Cuando logró abrir completamente los ojos, sin ninguna pesadumbre que le aquejase, se levantó de golpe, alertando a las mujeres, que se pusieron a la defensiva.

—¡Enhorabuena ha despertado! Creí que moriría—aquella voz la conocía a la perfección y al verla, luciendo un kimono oriental azul oscuro, confirmó sus sospechas. Era Lady Úrsula

Cristopher estaba confundido. Primero Jasmine lo había envenenado y luego esas mujeres aparecieron de la nada y.... ¡Jasmine! Se levantó apenas la recordó. Debía buscarla antes que cometiera alguna locura.

—Jasmine, debo buscarla—se levantó, azaroso. Alguien colocó una mano en su pecho. Alzó la mirada—. Señorita Ivy . Imagino, que como anteriormente al resto de sus misiones, vienen a detener esta y a persuadir a Jasmine. Déjenme decirle que estoy de su lado. Sólo quiero evitar que—

—Lleva casi un día inconsciente, tómese las cosas con calma. Jasmine no es impulsiva, no llegará de inmediato y los matará a todos. Armará un plan y eso nos dará el tiempo para llegar a ella. Esperábamos que despertara para que nos guiara al castillo de los Beaumont personalmente—expuso Ivy.

—¿Por qué me esperarían? Estoy seguro que, así como llegaron y entraron aquí (me atrevo a decir que fugadas de sus esposos)—dijo mirando a Úrsula y a Agnes acusatoriamente. Estas se inmutaron—, de la misma forma, pueden llegar solas. ¿Por qué esperarme?

Ivy le sonrió gentilmente—. Su alteza, creí haberle dicho que estaba eternamente agradecida con usted.

—Todas lo estamos, de hecho—comentó Úrsula con una sonrisa—. A pesar de incumplir con nuestras tareas, no te opusiste o tomaste represalias por eso. Siempre has estimado a Bari a pesar de ser hijo de tu casa enemiga y te encargaste de la educación de completas desconocidas.

—Y puede que a Jasmine le cueste admitirlo—añadió Agnes—, pero todas estamos aquí, y nos hemos convertido en mujeres fuertes, gracias a usted, su alteza. Muy a pesar de los errores que cometió en el pasado, se encargó de evitar más tragedias en el futuro. Es por esa razón, que decidimos esperarlo. Porque es usted, el más deseoso en acabar con toda esta cadena.

Cristopher se había quedado sin palabras. Miró a las tres mujeres lleno de conmoción, ni en sus hombres guerreros más fieles había visto tanto honor y lealtad. Y no era por el hecho de la obligación por haberlas resguardado con un dinero que invertía para un cometido que escapa de él, no, era genuina....fraternidad.

—No sé qué decirles, también estoy agradecido por haber sido una familia para Violett...cuando yo no pude serlo—les sonrió—. Pero creo que todo esto podremos hablarlo luego. Hay que partir cuanto antes y evitar que Jasmine cumpla con su cometido completamente expuesta.

—No vinimos a detener a Jasmine, vinimos a protegerla— expuso Ivy, al mismo tiempo que la puerta de la habitación se abría.

—¿Protegerla? No lo entiendo

El sonido de las pulseras de acero y madera en las muñecas de Adele hicieron que todos guardaran silencio—. Protegerla de él—dijo la gitana con seriedad. Cristopher observó su espalda al escucharla hablar. Adele se giró, mirándola a todas con enojo, traía puesto un kimono oriental amarillo—. No tardará en venir aquí y cuando esa ocurra, debemos estar preparados. Pero si podemos detenerla antes de que mate a alguien, las cosas resultarían mejor.