56 Hueso envuelto en seda (I)

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Actualmente, la Residencia Fang albergaba a un total de once o doce personas...

Los abuelos habían fallecido uno después del otro y ahora, Fang Chen y Jiang Shijing estaban a cargo.

El señor Chen podía ser considerado como el mayordomo y la señora Chen era tanto la ama de llaves como la cocinera, tenían dos hijos gemelos que se hacían cargo de la boticaria y eran los responsables de administrar los ingredientes y las cuentas, sin embargo, todos los días en la noche tenían que entregar el libro de contabilidad a Fang Cheng.

Xingzi había perdido a sus padres desde que era una niña y fue recogida por la fallecida abuela, pero desde que Jiang Shijing había entrado a la familia por medio del casamiento, la niña permanecía pegada a ella. En papel, era sólo una niña, pero en la práctica, ya había aprendido bastante sobre medicina de Jiang Shijing y ese conocimiento médico podía ser considerado de gran ayuda en momentos críticos.

Las demás personas ayudaban con los quehaceres, recolectaban y secaban los ingredientes medicinales. También había algunos aprendices jóvenes enviados desde las residencias de otras familias.

Sin embargo, no siempre estaban todas esas personas en la residencia, algunas veces algunos se iban muy lejos a buscar y recolectar ingredientes, y podía tomarles días antes de regresar. De igual manera, los aprendices no iban todos los días, la mayoría era niños de familias con carencias y, aparte de aprender nuevas habilidades, tenían que hacerse cargo de los deberes de sus propias casas.

Debido a todo esto, el mayor alboroto en esta residencia siempre tendía a ser en el las áreas frontales de la casa y generalmente no había muchas personas en las habitaciones traseras.

Esta noche, podía ser considerada como el momento más ajetreado en la parte posterior de la Residencia Fang... Los mendigos, que habían sido traídos por Fang Cheng y Jiang Shijing, se asearon y luego, de mala gana se cambiaron las ropas con las que habían llegado por una ropas proporcionadas por el señor y la señora Chen. Aunque estas ropas no eran nuevas, estaban limpias y en buen estado, lo más importante era que no estaban rotas ni desgastadas.

La familia Fang había logrado tener una buena relación con la familia Jiang por muchos años y no era fortuito que hubieran terminado emparentados por el matrimonio, todas y cada una de las personas de esa familia eran cariñosas, gentiles y bondadosas.

La señora Chen miró las llagas en las manos y pies de los mendigos, chasqueó la lengua varias veces y, sin decir una sola palabra, sacó unos calentadores de manos que tenían de sobra, los llenó de carbón encendido y los fue poniendo en las manos de cada uno de ellos. "Oigan... caliéntense, miren las heridas que tienen por congelamiento... ¿Qué? ¡No se las rasquen! No se las rasquen cuando sientan comezón, como sus heridas están así, comenzaran a sentir comezón en cuanto se calienten, quédense aquí por un rato y yo les traeré un poco de medicina."

Estos mendigos no eran personas perezosas, pero había habido una hambruna en su pueblo natal y, siendo discapacitados, llegaron a esa ciudad como un último recurso. Pero de cualquier manera, habían sido realmente irracionales al secuestrarlos primero. Si hubiera sido una persona ordinaria, no podría ser considerado de mal corazón no ayudarlos, nunca esperaron que a la familia Fang no sólo no le importó, sino que estaba dispuesta a ayudarlos a tratar sus heridas y enfermedades, e incluso tratarlos como visitantes, simplemente devolviendo la maldad con bondad.

Después de ser atendidos de esa manera por la señora Chen, todos los mendigos se sentían culpables e inquietos, y la arrogancia que tenían en el exterior había desaparecido, cada uno de ellos se volvió como una codorniz muda, tartamudeando. "No... no se moleste, ya... ya nos acostumbramos a tenerlas, estas llagas no se pondrán peor, déjelo así."

-Monedas de Cobre- Libro 4 Sin CambiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora