5

1.1K 206 5
                                    


Su propio grito desgarró su garganta mientras se sentaba bruscamente en donde sea que estuviera. Estaba llorando antes de despertar, y dio un sobresalto cuando una de sus manos fue tomada entre otras dos más grandes y ásperas.

El terror que había sentido se desvaneció en un instante, pero le tomó unos segundos más entender que en serio habían dos ojos dorados mirándolo con tanta preocupación, y no la mitad del pueblo golpeándolo.

No tenía sentido que estuviera vivo, pero Geralt siempre, siempre lo salvaba, así que debía creerlo.

Temblando en un sollozo, no esperó más tiempo para lanzarse a los brazos de su brujo, y se permitió llorar libremente mientras era apretado con desesperación por quien le daba sentido a su vida. Lloró de alegría, porque estaba vivo y con Geralt, y lloró de miedo, porque le aterraba la idea de que ahora el brujo lo dejara en un estúpido intento de protegerlo.

—No me dejes, Geralt —suplicó con la voz patéticamente rota—, por favor no, por favor no me dejes... no por ésto.

—Shh, Jask, está bien, amor —lo tranquilizó Geralt, alejándose un poco para verlo con preocupación—. Jamás te dejaría, ¿entiendes? La única razón por la que me alejaría sería si así lo quieres —los ojos dorados se tornaron inseguros, como si Geralt también esperara que su relación terminara por lo que había sucedido.

Jaskier hipó entre sollozos. Intentó sonreír, pero sabía que sólo había formado una fea mueca llorosa, así que se limitó a negar rápidamente y besar a su brujo aunque su boca estuviera empapada de lágrimas saladas. A Geralt no pareció importarle, acunó su rostro rápidamente y lo besó con todo el cariño y miedo que seguramente habría sentido, que Jaskier lamentaba haberle hecho sentir.

—Lo siento —susurró, cerrando los ojos mientras se escondía en el hombro contrario—. Te prometí que sería cuidadoso, pero lo arruiné todo otra vez.

Geralt se tensó de pronto, pero no se alejó, sólo siguió acariciando su espalda. Jaskier temió que comenzara a recriminarle lo tonto que había sido, pero estaba dispuesto a escucharlo, había sido estúpidamente arriesgado y tuvo lo que se merecía. Por eso, se sorprendió cuando Geralt por fin habló.

—Jaskier, no vuelvas a disculparte por algo así —murmuró, y el abrazo se volvió más apretado.

Frunció el ceño, confundido: —Pero...

—¿Es tu culpa que esos dementes existan? —gruñó, antes de suspirar y relajarse—. Nunca debí haberte dicho que fueras sigiloso, no tienes por qué, Jaskier, mereces ser tan cursi y cariñoso como todas esas parejas de mierda que caminan por las calles de la mano, cuando ni siquiera se aman tanto como nosotros lo hacemos.

—No puedes estar seguro —rió suavemente, tratando de quitar algo de tensión. Sin embargo, Geralt volvió a alejarse para acunar su mejilla y mirarlo a los ojos.

—Estoy seguro de que nadie ama tanto a alguien como yo te amo a ti —dijo con seriedad, sin dejar de verlo ni por un segundo—, y ya no voy a ocultarlo sólo porque unos imbéciles no están de acuerdo con eso.

Jaskier contuvo la respiración, y sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas mientras empujaba a Geralt para acostarse sobre él, besándolo por toda la cara entre risas temblorosas que el brujo correspondió con el mismo cariño y dedicación.

Ni siquiera sabía dónde estaba, pero no le importaba siempre y cuando Geralt estuviera con él.

✺✺✺


Geralt dio un suspiro agotado tanto física como emocionalmente, pero aunque la rabia seguía viva en su pecho, al menos tenía la tranquilidad de que Jaskier estaba durmiendo, a salvo y cálido en una cama.

Tan pronto como terminaron su charla se apresuró a llenarlo con jugo y comida; Yennefer siempre compraba exquisiteces, por lo que tenía un buen banquete para ofrecerle a Jaskier y realmente lo alivió verlo comer con tanto entusiasmo. También se había cambiado de ropa, y ahora Geralt lo miraba sentado en el borde de la cama, asustado de perderlo de vista.

Escuchó los pasos de la hechicera acercándose antes de que golpeara suavemente la puerta, y fue a abrir tan silenciosamente como pudo.

Ella le dio su típica mirada inexpresiva, pero Geralt reconoció la empatía en ellos y se sintió infinitamente en deuda con Yennefer y Triss, por haber salvado a la persona más importante en su vida.

—Yenn —saludó, esperando que la hechicera soltara lo que había venido a decir.

—¿Cuándo partimos? —preguntó ella, mirándolo fijamente.

Sintió sus hombros tensarse, entendió de inmediato a qué se refería y se giró hacia Jaskier considerando la idea. Su bardo dormía tranquilamente, pero hace sólo una hora había despertado gritando y llorando por una pesadilla, y Geralt no dudaba que vendrían más.

Sus puños se apretaron con fuerza y frunció el ceño, volviendo a mirar los ojos violeta.

—Ahora mismo —decidió, obteniendo una satisfecha sonrisa a cambio.

Hate and Love | GeraskierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora