[ III ]

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— Entonces hay que apurarnos.

Y con eso dicho, ambos chicos entraron en el laberinto. Siguieron recto por un muy corto tiempo pues ya habían empezado a aparecer las típicas divisiones entre caminos que hacían una misión casi imposible el poder salir rápido, pero, estando el detective ahí, no fue gran problema en realidad. Lo único que se le podía llamar "problema" eran las sombras que salían sin aviso alguno, pasaban en frente de ellos como una ventisca o se mantenían ocultas en las esquinas, les daba la desagradable sensación de ser observados.

Ranpo suspiró ladeando su cara para después hablar. — Poe-kun, ¿acaso no es cosa de ir mejorando tu habilidad para poder recordar con facilidad el final de las historias o de poder desactivarla cuando quieras?

El más alto pensó un poco su respuesta, en realidad esforzándose por ignorar las punzadas en su cabeza. Era extraño, cada vez que le era mencionado o él pensaba algo relacionado con la realidad, esas punzadas llegaban. — Supongo que si, pero por el momento no sé cómo.

Edgar fue consciente de algo, que lo mantuvo sin decir sólo porque no se atrevía a soltarlo. Miró a Edogawa con una expresión tímida. — Ranpo-kun, ¿por qué no has utilizado tu Ultra Deducción?
S-se supone que no es una habilidad...

El detective fruncio su ceño, mostrándose claramente ofendido ante las palabras del estadounidense. — ¡Mi Ultra Deducción es una habilidad! Y las habilidades no existen en ésta historia, ¿verdad? — Dijo a modo de regaño con un tono infantil. Poe se abstuvo de decir más, a pesar de que sabía que era un tema delicado para Ranpo, no pudo evitar preguntar por su cuenta aprovechando la situación.

El más alto sólo asintió. El de cabello azabache tenía varias preguntas para el escritor, aunque parecía no poder hacer mucho, no estaba de más hacerlas para matar un poco de tiempo mientras seguían caminando. Como toda novela de Poe, era compleja y aprovechaba al máximo los géneros que representaba; misterio y horror. En éste caso, jugando más con lo psicológico. Ambos actuaban dos roles en la historia, y para salir de ella, tendrían que seguirlos al pié de la letra hasta llegar a la última página, el inevitable final que era marcado por un punto en tinta.

— Poe-kun.— Llamó al contrario para que éste le prestara atención, lo cual no tardó en suceder.

— ¿Si?

— ¿Puedes mostrarme esas pastillas? Tengo curiosidad de saber de qué están hechas.

Edgar accedió sin problema alguno aparentemente, por lo que dirigió su diestra al bolsillo que guardaba el frasco con las pastillas para sacarlo y después dárselo al más bajo. Edogawa lo recibió, dándole un vistaso al frasco que contenía los fármacos, luego la voz del novelista le interrumpió, llamándole diciendo que habían llegado al final del laberinto.

Pero no había rastro de Karl.

Edgar algo desilusionado al igual que Ranpo, se dedicó a mirar lo que había en su entorno. Árboles, ramas, niebla, animales muertos o malnutridos, bosque y más bosque. Al final, se podía apreciar una pequeña luz, típica de bombillas, dedujo que se trataba de un el pueblo.

Un chillido les llamó la atención, voltearon al lugar de donde provenía y se encontraron al pequeño mapache. El castaño sonrió levemente, la felicidad que brotaba de su pecho era inmensa, aquella felicidad se mezcló con confusión al ver que el animalito volvía a chillar y salía corriendo por el bosque.

Ambos chicos corrieron para perseguirlo, el detective se había cansado relativamente rápido, quejándose en voz alta de su estado mientras seguía corriendo como podía entre los árboles. El escritor tampoco era de hacer ejercicio, así que también se estaba comenzando a cansar.

Esquizofrenia | ranpoe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora