La dulce brisa de la autopista choca directamente con mi cara, haciéndome sentir fuera de la realidad. Como si fuera un cuento de hadas.
Pero como siempre dicen; todo lo lindo termina algún día. Y lo mío, ya terminó hace rato. Con el simple hecho de recordar que me dirijo a una cena 'familiar' , hace que toda mi alegría por la vista, se esfume.Me encuentro en el auto con mis padres, por lo menos tengo el asiento de atrás todo para mí sola. Menos mal que los Williams decidieron hacer el almuerzo en su quinta. Nada más lindo y placentero que el bello aire libre, con su pasto y flores esplendorosas. Aún así no logro olvidarme de los nervios que tengo por volver a hablar con Rocío, la hija de los Williams.
Nos adentramos a un camino de tierra, rodeado por paredes de pasto. Debe ser la entrada a la casa.
- Te dije que era a la derecha, Gustavo.- Replica mi mamá. Por como suena, creo que nos perdimos.
Luego de unas vueltas por este laberinto, logramos llegar a la verdadera entrada de la casa. Al parecer, lo anterior solo era un camino para no dejar con tanta evidencia que aquí se encuentra una gran residencia.
Las grandes puertas de esta se abren luego de un rato, dando lugar a que pasemos. El coche acelera hasta estacionar a un lado de la entrada. Me quedo algo impresionada por lo grande que es. Lo primero que llama mi atención es el inmenso parque que conserva, además de bien cuidado. Luego, a unos largos metro está la casa, que no se queda atrás con tener un gran tamaño. No recordaba que esta familia tenía tanta plata. Son el verdadero quien pudiera.- Apúrate, Adonia.- Reclama Coral, debido a que ellos están más adelantados que yo. Le lanzo una mirada de fastidio, aunque no pueda verme. Y prosigo observando todo hasta llegar a la casa.
Frente nuestro se encuentra la familia completa.- Bienvenidos, Battaglia.- Habla la señora.
Saludamos cordialmente y entramos a la casa. Aprovecho para hacer tiempo y dejar las cosas que trajimos en la cocina. Vaya que es grande este maldito establecimiento. Vuelvo donde estaban todos antes, en la sala de estar, pero ahora solo se encuentran las dos madres y Rocío.
- Que grande que estas, linda.- Vuelve a hablar la madre, mientras se acerca más a mí y me agarra un mechón de pelo, examinando hasta el más mínimo detalle.
Sin darme cuenta, me corro hacia atrás.- La gente crece.- Digo de mala manera. Veo como mi madre me lanza una mirada desafiante y le entrego una falsa sonrisa de boca cerrados a la mujer frente mío.
- Aún así te ves bien.- Me devuelve la sonrisa. No recuerdo su nombre, pero es una mujer muy amistosa.- ¿Recuerdas a mi hija Rocío?.- Cuestiona trayendo a su lado a la recién nombrada.
- Claro que sí.- Digo esta vez de forma amigable. Noto lo incómoda que se encuentra la chica frente mío. Yo debo estar igual, mierda.
- Bien, las dejamos, así pueden volver a amigarse como los viejos tiempos.- Dicho eso, se acerca a mi madre, la toma de los hombros y la lleva hacia otra habitación.
Por un momento se forma un silencio que resulta ser algo incomodo, hasta que Rocío da media vuelta para sentarse en el sillón de la sala y ponerse con su celular. No se si pretende quedarse toda la tarde así, pero no está en mis planes hacer eso.
- ¿Me acompañas afuera?.
Me mira con un semblante algo confuso. Duda, pero termina aceptando mi propuesta y salimos al hermoso parque.
- Ven.- Le indico con una seña de mano. Salimos de su propiedad, para terminar a un lado de sus puertas en el laberinto del principio.- ¿Sabés hablar?.- Nos sentamos y aún sigue sin responder nada.
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Una Simple Dosis
Teen FictionLuego de afrontar sucesos duros que dañaron su ser. Adonia lucha para mantenerse cuerda en un mundo en el que quema pisar. "No todo está perdido", decía Ana O'Connor, la mujer que Adonia considera más que una simple ayuda. Lamentablemente a la pobr...