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- Hoy irás, ¿no?

- Si.- Confirmo fastidiada.- Ya no molestes, Zoe.

- Dejaré de hacerlo cuando Miri vuelva a la escuela.

- No es mi problema que no quiera venir para no afrontar su "drama".- Acompaño lo último haciendo comillas con mis dedos.

- Adonia...- Advierte amenazante.

- Okay, okay.- Llevo mis manos hacia mi pecho de forma indefensa.- Mañana verás como vuelve.

- Eso espero. ¿Te llevo?

- No, no iré a casa.

- ¿Te llevo a casa de Miriam?

Guardo silencio unos segundos, para pensar con claridad mis acciones.- Si.- Nos montamos en su auto.

Ya pasó una semana desde nuestra pequeña discusión y la castaña no se atrevió a volver a la escuela. Como si fuera que la vaya a tratar mal. Tampoco fue para tanto. Pero en fin, cada uno se toma las cosas de diferentes formas.

Zoe prende el vehículo. Antes de arrancar veo como de su mochila saca un pequeño espejo junto a un labial rojo, nunca la vi con otro color en su boca que no sea ese. Comienza a colocarlo en sus carnosos labios, llenando hasta el más mínimo espacio restante. Diría que lo hace de una forma demasiado perfecta.

Levanta su mirada, cazando la mía y me regala una sonrisa de boca cerrada.- Andando.

Pone el cambio en primera y arrancamos hacia nuestro destino. Los primeros minutos transcurren en canciones pegadizas y nuestras horribles voces cantando en sincronía a todo pulmón. A veces Zoe lleva un pendrive con ella en el que guarda los mejores temas para cualquier momento. Muy conveniente de su parte. 

- Se amable.- Reclama. Volteo a verla. No logro escuchar con exactitud gracias al volumen de la música.

- ¿¡Que¡?.

- Que seas amable.- Aclara mientras baja el bolumen del estéreo.

- Lo sé.

- Recuerda no ser dura, ella es bastante sensible a veces.- Vuelve a detallar.- No le recrimines nada. No digo que le des la razón, pero tampoco la culpes.

- ¿Algo más, mamá?.- Bromeo en fastidio.

- Y piensa antes de hablar.

- Creo que eso es más un consejo para ti.

- Lo sé.- Ríe.- Pero en fin, nunca se sabe que puede pasar cuando actuamos por impulso.

- ¿Cómo tú?.- Indago en burla.

- Cállate, estúpida.

Río por la actitud de la morocha y procedo a volver a subirle el volumen a la música, para seguir cantando como dos loros desafinados.

...

- ¡Gracias!.- Saludo con mi mano a Zoe. Esta responde de la misma forma y retoma su camino.

Doy medio giro para encontrarme con la hermosa entrada de la casa. Cuando vine aquí por primera vez deseaba que está fuera mi casa. No es que sea un palacio, pero contiene una escalera junto a un pequeño parque a su lado que le da el toque y provoca que me enamore siempre que la veo. Subo por esta, me acerco a la puerta y toco. Luego de un rato se abre, dejando a la vista a Miriam que está en pijama y con los pelos desordenados. Ninguna emite nada, tan solo nos miramos.

- ¿Puedo... pasar?.- Inquiero algo tímida.

No dice nada. Solo se hace a un lado dejandome espacio para adentrarme y lo hago. Con confianza me acerco a su sillon y me siento en este. En frente está la tele emitiendo un episodio de los Simpson. Veo por el rabillo del ojo, como ella hace lo mismo y se sienta a mi lado. 

Una Simple DosisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora