Incesantes golpes sonaban en la puerta, como si cada uno estuviera hecho con un martillo. Un mazo, un ladrillo.
Elsa sentía que cada golpe hacía que la casa retumbara, su corazón nunca había ido tan rápido y sus manos temblorosas agarraban con fuerza el pequeño cuerpo de Anna para pegarle más a sí misma. El miedo le invadía de tal manera que a veces era como si estuviera ella sola, como si Anna se le escapara de las manos y se sumía en la oscuridad de la que estaba intentando escapar. Le aferraba a ella, con todo lo que podía, como si con ello consiguiera protegerle más.
-Elsa...-murmuró la pequeña temblando, viendo cómo, sin que su hermana se diera cuenta, un halo de nieve se estaba formando en el suelo alrededor de ellas. Pero la rubia estaba más atenta a quien intentaba entrar en la casa
Olaf ladraba incesante a la puerta, creyendo el pequeño carrocho que con sus voces podría espantar a aquel horrible ser que intentaba pasar.
-¡SERÁ MEJOR QUE SALGAS ELISABETH!- vociferó el pelirrojo desde afuera aporreando junto con su equipo de matones la puerta
Elsa cerraba los ojos, dejando que las lágrimas corrieran por sus mejillas. Intentando recordar en que jodido momento pensó que aquello era una buena idea...
Flashback (Cinco días antes...)
Aquella sala le recordaba a un hospital, pero era incluso más siniestro. No había ventanas, ni relojes que marcaran la hora que era ni cuanto había pasado allí.
Elsa se tocaba las marcas grises y negras que había en el interior de su brazo, provocadas por las inyecciones que Pitch le hacía probar constantemente.
-Si las tocas se pondrán peor, querida-una voz le hizo girarse en dirección a la puerta donde el hombre de ojos amarillos se encontraba observándola. Llevando aquel batín de "médico" negro que siempre portaba cuando se encontraban allí abajo.
-No me encuentro muy bien, señor Black. No creo que sea capaz de hacer la prueba de hoy- murmuró agachando la cabeza. Sus manos comenzaron a temblar y las intentó esconder detrás de su espalda
Pitch hizo un sonido de negación con su boca
-A Hans no le gustará oír eso ¿Verdad? Mucho menos al señor Bludvist.
Hazlo. Una voz en su cabeza sonó como un resorte.
Una voz que llevaba atormentándola en sus pesadillas y juraría que empezó a oír desde que comenzó todo aquel circo.
No era una voz que estuviera precisamente de su lado, sino que más bien se encargaba de que Elsa cumpliera todas las peticiones de Hans y Pitch.
La muchacha quiso llorar. Extendió su brazo temblando y el hombre, por supuesto sonriendo, sacó una jeringuilla de un extraño color azul demasiado brillante para ser natural.
Pitch acarició el brazo de Elsa mientras ésta cerraba los ojos debido al dolor que le provocaba la aguja.
-Tu cabello está más blanco- comentó de repente Pitch mientras cumplía con su labor. Elsa no sabía muy bien la intención del comentario pues parecía más bien que estaba hablando con él mismo- A mi anterior sujeto le pasó lo mismo...
Enseguida se le vino a la mente aquel pequeño niño el cual Pitch había comentado algunas veces.
-¿Qué le ocurrió?-murmuró la rubia con tal de olvidar la inyección la cual seguía suministrando líquido en su interior.
-Era un pequeño niño que tenía una rara enfermedad de la cual no habían inventado cura. Yo intenté ayudarle pero el fármaco Snow no funcionó en su cuerpo y sus padres se enfadaron mucho conmigo porque me acusaban de haberle destruido la vida- el pelinegro rio de manera sarcástica- No se tomaron muy bien que el pelo de su hijo y sus habilidades cambiaran.
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El príncipe y yo (Jelsa)
RomansaLa corona,ese es el destino que le espera al príncipe Jack. Un chico que vive una vida llena de lujos y caprichos. Mimado hasta no poder más e irresponsable sobre todas las cosas. Sus padres cansados de sus actos deciden meterlo en cintura. Pero él...