Capítulo 8

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Integra se encontraba acostada boca abajo, usando sus brazos a modo de almohada, mientras todavía respiraba agitadamente. Alucard, en cambio, recorría con su gran mano la espalda y el trasero de la mujer, contemplándola de manera ávida y a la espera de que recuperara el aliento por completo para volver a abalanzarse sobre ella.

Luego de un rato, la rubia, ya recuperada y percibiendo las intenciones del vampiro, recordó lo que le había contado Maxwell y aprovechó para iniciar una charla, así también compraba tiempo para descansar un poco más antes de que el muy pervertido empezara otra ronda. Era insaciable.

— Quisiera preguntarte algo. – comenzó ella haciendo que Alucard detuviera sus caricias – ¿Eres de ir de caza por varias partes del mundo?

Él sonrió. Le hacía muy feliz el saber que ella se interesaba por él como para preguntarle cosas de su pasado o de sus actividades. Había quedado algo picado por el nuevo hecho de que Integra ahora podía bloquear su mente para que él no pudiera fisgonear (eso sólo hacía que la admirara más), por lo cual le molestaba no saber qué pensaba ella. Pero esta nueva suposición le alegraba nuevamente.

— Claro que sí, Integra. – respondió contento, dispuesto a contarle todo lo que quisiera con pelos y señales – Es bueno para uno variar la dieta; esa es otra cosa que hace a los humanos fascinantes: son un catálogo de platillos, como un buffet.

Ella frunció el ceño, pero dejó pasar el comentario de mal gusto.

— ¿Por dónde has estado? – quiso saber.

— Podría empezar por decir que varias leyendas de vampiros, antiguas y actuales, me tuvieron a mí mismo como protagonista, pero como siempre tomo formas diferentes, la gente lo achaca a distintos personajes. – explicó él – Seguramente conoces la historia del cementerio de Highgate.

— Tengo entendido que Bram Stoker se inspiró en ese lugar para escribir sobre las andanzas de tu alter ego. – dijo la chica levantando las cejas.

— Llegué allí a finales del siglo XIX, como en la novela, y la historia es casi exacta a cómo la escribió ese tipo. – narraba el vampiro – De alguna manera se enteró de todo ello porque pertenecía a una secta ocultista, y a esos no se les escapaba nada; fue así que supo mi nombre y se contactó con Arminius Vámbéry para saber más de mi vida como humano. La diferencia con su libro fue que nadie me derrotó, sino que yo mismo decidí que debía cambiar de aires, así que me marché de allí en busca de otros rumbos, y Stoker se quedó con una buena trama que vender.

— Entonces no tienes nada que ver con los ataques vampíricos de la década de 1970 en ese lugar. – concluyó Integra.

— Te equivocas, en esa época fue que decidí volver al cementerio. – la corrigió Alucard – El caso y el escándalo que se armó fue muy famoso... – se detuvo al ver la expresión acusadora de la rubia – ¿Por qué me pones esa cara, Integra?

— ¡Atacaste a una niña! – exclamó ella escandalizada – Eres de lo peor.

— Tenía que alimentarme, y en todo caso, ella tuvo la culpa por salir a altas horas de la noche a jugar frente al cementerio. – se defendió él, y luego continuó – Pero después, la turba encabezada por ese par de charlatanes de Farrant y Manchester fue tan insoportable que decidí largarme de allí otra vez. – y agregó – Uno a veces quiere tener paz y tranquilidad, aun siendo un monstruo.

— ¿Por dónde más estuviste?

— Por Praga, Eslovaquia, Venecia... Pero donde más me divertí fue en Gales, en donde tomé la forma de una niña que vivía en las ruinas de la mansión Baron Hill; era muy fácil conseguir presas con ese aspecto. – contaba el monstruo mientras reía, recordando con cariño su identidad como Girlycard, como él mismo se llamaba – En Serbia, convertí a Petar Blagojevich en ghoul para que distrajera al gentío mientras yo me alimentaba a mis anchas... no duró mucho, esos serbios eran de armas tomar y se deshicieron de él de una manera que hasta a mí me impresionó. – hizo una mueca de desprecio – Y en el caso de Arnold Paole, en Croacia, también era yo, pues lo maté y ocupé su lugar un tiempo para luego fingir su muerte de manera oficial y así comenzar mi cacería en Medveja, pero implicando al difunto. Eso fue justo después de lo de Petar. Ah, y también utilicé la muerte de Jure Grando para hacer de las mías.

Salvaje es el vientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora