:( N° 1 :(

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Desde que nací siempre fui diferente, recuerdo que los niños en el jardín de infantes me ignoraban. Me dejaban solo y yo, jugaba solo. Imaginaba, volaba. Siempre me caractericé por tener mucha imaginación, tenía muchos amigos imaginarios de niño. Eran seres de negro, pero mejores que cualquiera de todas las personas que me rodeaban, incluyendo a mi familia. Claro que esto empeoró cuando entre a primaria y es cuando empezaron las burlas, los apodos y sobre todo, las golpizas por parte de mis compañeros de clase. Yo no entendía porque lo hacian y porque yo según ellos, lo merecía. Hasta algunas niñas me hacian burla llamándome "rarito" y me pegaban sus gomas de mascar en mi asiento. Ellos me dejaban notas que tenían escrito "PERDEDOR". Me quitaban mi almuerzo y rayaban mis cuadernos y libros. A la salida de la escuela siempre tenía que correr porque me esperaban para golpearme. Obviamente los maestros sabían esto, pero no querían tener problemas y mis padres...ja, en ese momento aún mi padre estaba en casa.
Yo empece a tener ataques repentinos de odio y a romper las cosas de la casa, comencé a ser un "problema" para ellos y entonces me convertí en el "niño malo". Ellos no entendían porque yo siempre estaba enojado.

Mi padre estaba teniendo problemas de alcohol y fumaba mucho, y siempre decía que estaba cansado de todo, que no sentía el apoyo de nadie y que nadie le daba siquiera cariño. Y sí, el engañó a mi madre con una amiga de ella. Recuerdo que los escuché discutir hasta romper cosas esa noche que mi padre llego tarde a casa. A pesar de que se llevaban muy mal, yo no entendía la razón de porque seguían juntos. No sabía porque, pero sentía que todo cada vez empeoraba. A veces me quedaba horas encerrado en mi cuarto, escuchandolos discutir y a veces simplemente no regresaba de la escuela, me iba a caminar en el bosque solo. Eso me trajo problemas, ya que mi madre se preocupaba de que tenía que volver a hora, pero yo no hacia caso. Y mi padre no me prestaba demasiada antención, lo que le molestaba a mi madre porque ella le decía que me tenía que dar el ejemplo y por eso discutían. Igual, ambos parecían ignorar el hecho de que muchas veces volvia golpeado de la escuela, me decían que tenía que defenderme solo, como un hombre. Claro, era fácil decirlo porque ellos no sabían que me golpeaban entre ocho.

Un día, mi padre se enojó tanto que sacó su cinturón y comenzó a golpearme hasta que me dejó marcas por todo el cuerpo. Recuerdo que me persiguió por toda la casa y en un rincón me golpeó, desquitando todo su odio en mí, que en parte era porque le estaba yendo mal en su trabajo. Cuando mi madre quiso interferir, él la empujó, chocando ella contra la pared y esa fue la gota de derramó el vaso. Ellos se separaron.

Cuando vi llorar a mi madre, sentada en el sófa, quise consolarla e intente abrazarla, pero ella me empujó y me gritó que todo era mi culpa.

Ahora vivía solo con mi madre y ya casi no veía a mi padre, sólo a veces. Mi madre siempre estaba triste y yo también. Ella ya no se preocupaba tanto por la hora en la que yo llegaba a casa y a veces tenía que hacerme de comer solo, lo que podía hacerme de comer que muchas veces eran sandwiches y hasta a veces sólo comía frutas o me iba a dormir sin cenar. Ella ya no se preocupaba por mí y sentía que ya no me quería. Pero sí me pedía que hiciera mis tareas y ordenara mi cuarto. Yo mismo lavaba mi ropa. Sacaba la basura y limpiaba la casa entera. Aún así, ella seguía diciendome que no servía para nada y le decía a sus amigas y conocidas, así como al resto de familiares que yo me portaba mal y es que me sentía en un eterno castigo. Siempre cuando sus amigos llegaban a casa me decía que quitara mi cara larga y que pusiera una sonrisa.
Casi no tenía tiempo para mí, porque siempre estaba ocupado haciendo las cosas que mi madre me mandaba y en parte las hacia porque me sentía culpable por la separación.

A pesar del dolor, terminé el nivel primario en la escuela, para entrar al nivel secundario. El primer día de clases, antes de irme, mi madre hizo un gesto de sonrisa amplia, mostrandome sus dientes, indicándome que debía sonreir, a pesar de que no tenía ganas de hacerlo. Igual lo hice, camino a la institución comencé a forzar sonrisas y empecé a pensar que sería lo que pasaría ese primer día de clases. Pero tenía un mal presentimiento, a pesar de que ahí nadie me conocía porque sería nuevo, ya sentía que no iba a agradarle a nadie. Digamos que nunca fui el tipo de chico que es interesante para el resto.

Mi realidad (Hoodie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora