13. Esperando a mi omega - parte Dos - Zaintsee//Pinson - Omegaverse - Terminada

Uno

Los días que Saint pasó junto a Zee fueron los más felices de su vida y como tal estos pasaron sin apenas darse cuenta.

Tras su primera vez con el alfa en la habitación de la fraternidad, habían venidos muchas más pero éstas ya fueron en la lujosa habitación del hotel donde este estaba hospedado y dónde el omega se había sentido un poco abrumado.

El Zee que recordaba y el que tenía en frente eran completamente diferentes, éste tenía un porte más altanero, era amante del lujo y bastante excéntrico, por lo que el omega pensó que era una versión más acentuada de lo que había conocido en los primeros días, tras recogerlo en la carretera.

A pesar de eso y aunque en esencia seguía siendo aquel alfa del que se había enamorado, Saint extrañaba al alfa de los últimos días, él cual había cambiado su humor y se reía mucho.

Ese alfa que había sido feliz entre los animales, mientras lo observaba y aquel con el que su madre había charlado incansablemente.

Lo había extrañado mucho y en esos momentos recordó como este no había estado cómodo viviendo en la humilde casita junto a ellos y refunfuñaba pero se comunicaba.

El Zee que había regresado solo le hablaba de sus negocios, del dinero que había hecho, de como había conseguido meter entre rejas a sus socios y recuperado todo lo que era suyo.

Este le habló también de las fiestas que solía hacer y de la gente importante que conocía, no se lo dijo en ningún momento pero al omega le asustaba toda esa vida de lujos y de ajetreo.

La vida que el alfa tenía en su país para nada era para Saint, el amaba la vida tranquila en su pueblo y aunque ahora estaba en la Universidad y en una fraternidad, soñaba con volver algún día a vivir en la granja de su madre, con los animales, la verdad era que a pesar de que había tenido una vida dura, nunca había sido tan feliz.

El omega soñaba con estudiar y ser profesor algún día pero si no lo conseguía no le importaba volver a esa vida y no le hacía ninguna gracia lo que Zee le había dicho de la vida en Tailandia, él no quería irse, aunque para que no se sintiese mal o discutiesen no le llevó la contraria.

Finalmente llegó el tiempo de despedirse en el aeropuerto y como era de esperarse, todo fue muy dramático.

Cuando el omega regresó a su fraternidad, su compañero de habitación le preguntó por el alfa que lo había estado acompañando todo aquel tiempo y éste le contó todo.

Este era un omega llamado Can y salía con un alfa de tercero llamado Tin, al que había conocido en el instituto y desde entonces ya no se habían separado.

El alfa era dos años mayor y era muy celoso pues estaba loco por el omega, así que antes de irse a la Universidad lo había marcado.

Tras dos años en la Universidad, Can había mantenido el vínculo intacto y este estaba completamente seguro que él y su alfa eran destinados y que su lazo era eterno.

Desde que se habían conocido, Saint había escuchado su historia docenas de veces y soñaba con que lo suyo con Zee, algún día fuese igual.

Sin embargo había una cosa cierta y era que en todas las veces que el alfa y él habían hecho el amor, en ningún momento este lo había marcado y ni siquiera le había hablado de hacerlo.

...- ¿Por qué crees que él no me habrá marcado?- le preguntó el omega un poco triste esa tarde.

-No tengo ni idea compañero pero si es verdad que está tan enamorado de ti y te dijo que estaba tan comprometido, me extraña que no te haya marcado.-contestó el pequeño omega- ...Tranquilo, quizás esté esperando a que llevéis más tiempo, no te comas la cabeza, ha estado contigo, ¿no?... Además te ha buscado por toda Inglaterra, no puede haber venido solo para echarte cuatro polvos y luego volverse a Bangkok sin más...Tú tienes qué significar algo más para él, no creo que sea de esos.

El castaño suspiró con pesar.

-Sí, quizás no ha querido morderme aún porque es muy pronto, apenas nos hemos reencontrado y bueno, él vive lejos pero prometió que mantendríamos el contacto.

-Claro amigo, no te preocupes

-La verdad es que acaba de irse y yo ya lo estoy echando de menos... De veras no entiendo como he podido vivir estos meses sin él, ni tampoco como he podido vivido mi vida antes de conocerlo... Siento que Zee lo es todo para mí.

(...)

El avión donde viajaba Zee aterrizó y con una sonrisa en la cara este regresó a su mansión.

Estar con el omega había sido lo más gratificante que había vivido hasta el momento y nada tenía que ver con las relaciones sexuales que había tenido con otros.

Saint sin duda era especial y no sabría como iba a mantener la distancia, quizás se haría otro viaje en la semana siguiente.

No podía dejarlo solo por mucho tiempo pues muchos alfas estaban al acecho en ese campus, sobre todo ese con el que lo había visto, el tal Perth, el cual no le dio muy buena espina.