Por Aquella Noche

Ocho

— ¿Qué harás hoy, YongSeung? – pregunta HongBin, peinando con sus dedos las delicadas hebras de su hijo.

Aún era temprano, pero por el constante movimiento de YongSeung en su cama, hizo que despertara y a los segundos, también despertó el niño. Menos MinChan, quien también duerme con ellos, al otro lado de su padre.

— ¿Hoy? – HongBin asiente – ¿Ducharme...

— ¿Lo harás tú solo?

— No puedo. Papá lo hará por mí.

— Exacto – cierra lentamente los ojos.

— Papá.

— ¿Mmh?

— Te quiero.

— Yo también – besa la frente del niño y siente la mano de MinChan golpear su cara – Ouch, me dolió, Channie.

Pero no resibe respuesta y supone que sigue durmiendo.

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— Deja a un lado esa máscara, GyeHyeon – HongBin le quita el objeto, porque le molestaba que la tenga en manos todo el tiempo, como ahora: Dentro la bañera.

— No, papá – lo detiene a tiempo y tira suavemente hacia su cuerpo – El señor famoso me lo obsequió y debo cuidarla.

— Y no la estás cuidando. Veo que es un diseño muy bonito, pero lo arruinarás si lo llevas por todos lados mojándolo, manchándolo con comida, dejando raspones, hasta podrías romperlo en cualquier lado, andando distraído.

— No lo haré.

— Casi pasa ayer, Hyeonie – le mira seriamente – Si te gusta mucho, debes guardarlo en un lugar seguro, donde casi nadie pueda tomarlo fácilmente – miran discretamente a KangMin.

— ¿Dónde?

— Buscaré un buen lugar, mientras están en la escuela.

— ¿No lo llevaré a la escuela?

— ¿Quieres perderlo?

— No.

— Papá es malo. No deja llevar su juguete, a la escuela, a GyeHyeon – YeonHo "susurra" a KangMin.

— No soy malo, Yeonie. Sólo le ayudo a cuidar de su regalo que NO es un juguete.

— GyeHyeon estaba jugando con eso ayer. Hablaba muy gracioso al espejo, cuando se ponía la máscara.

— ¡No es cierto! – avienta agua al rostro de su menor.

— ¡Sí es cierto! – y YeonHo, no se queda atrás.

HongBin detiene su pelea a duras pensa, ya que uno de los dos continuaba contradiciendo las palabras del otro y volvían mojarse.

— ¿Terminaste con KangMin, Channie?  – pregunta HongBin, enjuagando los cuerpos de sus hijos.

— Sí.

— Bien, vengan.

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