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Renné
Un rayo de sol me daba directo en la cara, tan molesto como siempre lo he encontrado y desesperante por querer seguir durmiendo.

Empecé a mover un poco mi cuerpo y vaya que dolía,
todo me dolía de una forma terrible, como si un autobús me hubiera pasado encima.

Abrí mis ojos y observé la gran habitación en la que me encontraba, ampliación perfectamente ordenada, cálida, con las persianas abiertas, algo me decía que mi madre probablemente estuviera por ahí, aunque en ese momento estaba completamente sola.

Observé mis manos y un escalofrío recorrió mi cuerpo al ver la intravenosa que posaba ahí, extrañamente las agujas me causaban pánico cuando tenían que ser enterradas o para sacarme sangre.

Junto a mi mano tenía el control que al parecer era de la cama y oprimí el botón para levantarme un poco, incluso solo mover  la cama me causaba dolor.

En medio de mi debate para acomodar mi cuerpo y los infinitos cables que lo rodeaban, escuché la puerta abrirse, así que pausé cualquier actividad.
— ¿Rodrigo? —
Hablé.
— ¡Estás despierta! ¡Renné estás despierta! —
Alice gritaba mientras cruzaba el umbral de la puerta.
— Me da gusto verte ruidosa. —
Le dije con una sonrisa.
— Lamento no ser quien estabas esperando. —
Ella hacía una mueca y corría a sentarse en el sofá que estaba junto a mi. 
— Solo necesito saber si está bien, lo último que recuerdo de esa noche no es muy agradable. —
Expliqué.
— ¿Por qué no dejas que te lo explique el? —
La voz de mi mamá inundó el cuarto y junto con ella entraba la persona a la que le debía mi vida.
— Hola extraño. —
El sonreía de oreja a oreja, se veía diferente, no sabía cómo explicarlo.
— Nos tuviste muy preocupados señorita. —
Caminó hacia mi y suavemente tomó mi mano.
— Siento mucho lo qué pasó. —
Me miraba a los ojos y podía ver la culpa que sentía ¿Cómo explicarle que no tenía nada que lamentar?
— ¿Nos darían un minuto? —
Mire a Alice y luego a mi madre, las cuales sin decir una sola palabra salieron de ahí.
— No sé por donde empezar.—
Hablé mientras me acomodaba un poco, sentí una punzada en el estómago, por lo que me quejé.
—¿Qué tienes? ¿Llamo al dr?—
Quien diría que con tan solo verlo, todo lo malo se me olvidaba.
— No, supongo es normal por todo lo que ocurrió, peor continuaré.—
Pausé para tomar aire.
— Gracias por no haber permitido que nada pasara—
Sus ojos se abrieron inmensamente
—No hubiera permitido que te hicieran daño. — 

trataba de sonreír pero era más como una mueca. 

— Creo que nunca había tenido una cita tan explosiva. — 

Reí y de inmediato me siguió. 

— ¿Qué puedo decirte? Nunca esperé estar en una escena típica del 007. — 

Me contestaba. 

— ¿Cómo están los demás? — 

Pregunté y e soltó un suspiro, lo cual debo decir, hizo me diera un pequeño escalofrío. 

— Todos fuera de peligro, los únicos que continúan hospitalizados como tu, son Arturo y Johanna, pero están bien. — 

Me sentí aliviada. 

—Eso es buenísimo. — 

callé.

 — Veo que conociste a mi madre. — 

Continué, noté como sonreía.

—  Y a tu hermano. — 

Indicó. 

— No te dieron muchos dolores de cabeza ¿Verdad?— 

—Creo que les di más preocupaciones yo, pero, me agradan. — 

The Opposite.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora