Capítulo 32.

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-Niall-

Me dí por vencido.

Me entregue a la vida, o mas bien a la muerte segura.

"Cuando todo colapsa a tu alrededor, nunca pudiste darte cuenta cuando empezo todo"

Me desperté sin saber la hora, y el minuto que pasaba. La camioneta en la que me encontraba no me permitía ver si era de día o de noche. Las paredes de el compartimiento eran totalmente oscuras y sin orificios para respirar. Solo sentía el movimiento del motor para darme cuenta que todavía faltaba para llegar a mi destino.

Mi pobre destino.

Mi destino.

Mi boca estaba tapada con cinta, pero no le encontré sentido ya que no había a nadie a quien gritarle. Mis manos y mis pies estaban encadenados y no pude evitar sonreír de lastima. ¿Alguna vez pude quitarme las cadenas que atesoraban mi cuerpo? Creo que nunca lo he hecho. Toda la vida he buscado a alguien que me librara de ellas, pero la poca felicidad que viví fue una ilusión que anestesió mis manos para no sentir el metal contra mis muñecas y mis tobillos.

Zayn.

El fue quien me anestesió.

El llegó a mi vida como un enemigo más, luego pasó a ser de los pocos amigos que poseía y fue el que me amó. El que me amó... el que de verdad me amó. A pesar de que personas como yo; tan incapaz de ver algo bueno en la vida, el se enamoró de mi a pesar de mi sombrío mundo. El fue el único que me tendió su mano llena de sentimientos apasionados. Y de verdad se lo agradezco. De verdad.

—Zayn, muchas gracias.— fue lo que traté de decir a través de la cinta.

Mi oreja y mi mejilla izquierda se apoyaban al suelo caliente mientras mis rodillas se pegaban lo mas posible a mi torso y mis manos se juntaban con mi frente. Lágrimas llenas de dolor caían por mi pómulo de mi ojo izquierdo y atravesaban mi nariz y mis pestañas desde mi ojo derecho para fulminarse en el vacío del suelo.

Era ridículo llorar en una situación así.

Yo cargo entre mis hombros la pena para contrarrestar la felicidad de aquellos que viven en el regocijo.— pensé.

Tan sólo repetirme aquella oración me hizo recordar varios momentos de mi vida.

La imagen llego a mi como un balde de agua fría.

Tenia ocho años, yo acababa de ingresar al cuarto primaria; recuerdo el primer día de clases. Fue uno de esos momentos que siempre recordare porque me hizo perder la confianza en mi mismo. A pesar de el incidente de cuando tenía seis años, este tipo de eventos me hicieron perder esperanza no solo del presente si no que del futuro.

Yo llegué al salón algo tímido, me habían cambiado de colegio y yo no queria ir el primer día de clases. Pero mi madre me levantó mas temprano de lo usual y fuí el primero el llegar al salón. Me sentía fuera de lugar y tome asiento en la tercera banca de la segunda fila. Miraba a lo que sea para entretenerme y jugaba con lo que fuera para distraerme; la gente llegó y el día empezó como una clase corriente, lo peor fue cuando me toco presenterme.

Dije mi nombre, mi edad y de que escuela provenía, era tan tímido que sonreía levemente, jugaba con mis dedos, no miraba hacía el frente y tambaleaba mis pies de la pena. Cuando termine de presentarme, pase a mi lugar y los susurros no tardaron en aparecer. Cuando pase por la primera banca, una niña me jalo levemente de la camisa y me detuvo haciendo que la viera fijamente a los ojos.

—Oye, ¿eres niña?— dijo con cierta molestia y broma.

—¿Que?

—¿Que si eres una niña?

Las Cadenas Del Deseo. [Ziall]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora